7 de diciembre de 2014

Dos palabras


Dos palabras, sólo dos y una vida que se rompe. Lucía lloraba mientras leía el correo electrónico que él le había enviado.

-          “Te dejo”

Dos palabras. Así sin más, sólo dos palabras. Dos únicas palabras que la estaban destrozando. No podía creer que él las hubiera escrito, parecía imposible.


Hasta ayer, seguían hablando cada noche por Skype. Anoche lo había encontrado serio, sin muchas palabras pero tampoco le pareció distinto a otras veces. Estaba cansado, había tenido una jornada agotadora y ella no le dio más importancia que esa. Hablaron de su trabajo, de la feroz competencia que tenía cada día e incluso de su hijo, pero ni una sola de sus palabras la preparó para el cobarde mensaje que llegó al día siguiente.

Lucía no daba crédito. No quería creerlo. No podía ser. Intentó llamarlo, él no contestaba. Incrédula, ansiosa, intentaba convencerse que aquello era un error, una broma de mal gusto. Insistía y no había respuesta.

Nada en su relación hacía prever ese final absurdo y cobarde. O ¿quizá si? Desde luego, no en Lucía. 

Mordiéndose las uñas, no podía contener las lágrimas. Intentaba convencerse que no era cierto, que aquello no podía estar pasando, pero una vocecita en su interior le decía justo lo contrario. Y para acallarla, insistía en sus llamadas, en sus mensajes. Necesitaba hablar con él. Escucharlo, oír a una voz distinta a la suya diciéndole que se trataba de un error, que nada de aquello estaba sucediendo. Y después escuchar su risa.

Ahora dos años después, allí estaba ella subida en unos tacones imposibles, vestida con unos jeans ajustados y un abrigo blanco exquisito, intentando mostrar su mejor cara, esperando que la hermana de él la recogiera en el aeropuerto.

-          ¡Qué clase de locura absurda has cometido Lucía!

Se repitió una vez más la mujer. Se había dejado convencer para visitar a la familia de su ex, aprovechando que él estaba de viaje.

Dos años de pesadillas, de lágrimas sin consuelo, de extrañar su recuerdo y el dolor por el trato recibido. Y finalmente, la sentencia definitiva cuando supo que él estaba con otra.

Todo ese dolor, ahora la enfrentaba a esta situación. Una circunstancia que, quizá ella había buscado, que necesitaba para reconciliarse con su mundo, con ella misma. Él le había negado esa posibilidad. Con un frío mensaje, su preciosa historia de amor acabó, de repente y de forma brusca. Con su mensaje, nada fue verdad. Todo se convirtió en mentiras y olvidó al magnífico hombre que había sido, para descubrir al miserable que la había lastimado hasta casi destruirla.

Durante dos años había intentado recomponerse, inventarse de nuevo, dejar fuera la tristeza e intentar conducir su vida hacía delante. No lo había conseguido del todo. Había podido dejar de llorar, había convertido el amor en odio, pero no había conseguido volver a ser feliz. Ahora creía que cerrando aquella etapa, despedirse de la familia de él,  todo podía empezar de nuevo. Podría olvidar y volver a ser feliz.

-          ¡¡¡Lucía, Lucía!!!- casi sin querer no pudo evitar sonreír, al sentirse en el abrazo de oso de la hermana de Alessandro - estás magnifica.

A su lado, su marido y su hijo la miraban con una cálida sonrisa. Lucía sonrió y abrazo también a Claudio y a Lucas.

El trayecto desde el aeropuerto hasta el pueblo de él estuvo lleno de un sinfín de recuerdos, que de forma dolorosa, aún parecían provocar pequeñas heriditas en su corazón. Recuerdos de todas las veces que había recorrido aquel camino, entre risas, ilusionada, llena de historias, de besos y caricias para dar. Su mirada se paseaba entre melancólica y cálida por todos aquellos paisajes que habían formado parte de su vida, mientras intentaba disimular su ánimo y responder a las preguntas y comentarios de sus anfitriones.

Todo el fin de semana transcurrió entre abrazos, besos, comidas, recuerdos y una profunda melancolía que se había metido en cada uno de sus poros y que no conseguía eliminar por más que se empeñaba en hacerlo. Mientras, con una sonrisa en los labios charlaba, se iba despidiendo de todo aquello que había formado parte de su vida. Una ternura inmensa por aquellas personas que la rodeaban y la querían. Aquellos a los que un día quiso considerar su familia, que la acogían y arropaban, que con cada uno de sus gestos le acariciaban el alma al sentirse tan querida. Les agradecía sus gestos contenidos, las palabras que no decían y cómo le demostraban que era importante para ellos.

Ahora ya de vuelta a casa, en el avión a solas, consigue cerrar los ojos y deja de reprimir las lágrimas,  que no han salido en todo el fin de semana. 
Ahora, en la oscuridad,  ella con sus pensamientos, se da cuenta que está cerrando un capítulo de su vida, que ha cerrado su historia y que probablemente nunca más volverá a ver a aquellas personas a las que tanto ha querido y que tanto la han querido. Se da cuenta con tristeza que, este ha sido su final, el final de su gran amor. Con esa nostalgia, quizá con esa tristeza, ve pasar a toda velocidad aquella bonita relación de amor, aquella preciosa historia que se convirtió en soledad, lágrimas y desesperación.

Ahora ha cerrado esa puerta y aunque duele, se da cuenta de que cada vez la hiere menos. Se ha sentido bien, ha podido despedirse. Ha recuperado el control en esa vida hipotecada, con una relación que él acabó cuando quiso y de la manera que quiso.

Esos dos años de lágrimas la han preparado para despedirse, esta vez ella, de su historia. Ahora sí que está dispuesta a decir adiós, ahora sí puede decir: “Adiós amor”.

5 comentarios :

  1. El desamor siempre es difícil de llevar para el que sigue amando. Triste decisión dejar sin voz al que aún ama.

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  2. Muchas gracias por leer el relato y tu amable comentario.
    Totalmente de acuerdo con tus palabras.
    Cuando se acaba el amor, siempre se sufre.
    Un saludo

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  3. Eres una optimista nata Conxita, es imposible que la protagonista después de haberlo pasado tan mal, se suba a un avión parabestar con la familia de su ex y que en el avión de regreso se de cuenta de todo, y decida pasar página, es imposible.
    Trasvesa ruptura, sólo te queda una salida, la tabia y la ira y luego, el despecho. Para finalizar, el amor própio y el olvido.
    No me gusta la reacción de la protagonista, encuentro que es un poco forzada, y muy ficticia.
    Por lo demás , el relato me parece muy bien llevado, emotivo y con ritmo

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  4. Gracias Yolanda.
    Sí es cierto que soy una optimista, sigo creyendo que los seres humanos somos capaces de cosas muy grandes. También de cosas terribles, pero yo me quedo con todo lo positivo.
    A Lucía no le habían dejado despedirse y se daba cuenta de que faltaba algo en su historia, que necesitaba cerrar un capítulo y lo hace devolviendo amor a los que la amaron, ellos no tienen la culpa de que se les acabara el amor. Gran y duro gesto.
    Es cierto que tras la ruptura hay dolor, ira y despecho pero también reconocimiento. Eso es lo que hace Lucía, a pesar de su dolor separa sentimientos y agradece lo que le han dado.
    Un abrazo

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  5. Como siempre creí en el amor y sólo creemos en él quienes de verdad lo conocemos, nunca he dejado a un amor y en dos veces he sido la víctima. Puedo comprender ambas, en una la otra persona quería una vida juntos ya (y éramos dos jovencitos, así que me dejó y le hizo un hijo a otro). En la otra, se rompió el equilibrio que nos mantenía unidos por circunstancias pero quiero creer que será el amor eterno para ambos, al menos para mí. Podría recuperarlo, pero ya pasó a otros tiempos y la lejanía lo haría mucho más difícil.

    Conxita, gracias por tus comentarios, los agradezco de corazón. Mi ausencia no es por mí, sino por temas familiares, yo me encuentro físicamente bien pero anímicamente mal. Gracias por estar ahí. Me gustaría haberte respondido por otro canal, pero éste es el que hay.

    Un abrazo.

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Mil gracias por tu comentario.
Conxita

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