Ir a parte I Ese diminutivo y todo el cariño que llevaba implícito hicieron que a Carla se le humedecieran los ojos. Tragó saliva. Dio un nuevo sorbo a la bebida y el silencio se hizo espeso.
—¿Sabes leer las hojas del té?— Carla miró a su amiga que
le devolvió una sonrisa satisfecha, de esas de las que sí saben. Suspiró, necesitaba
creerla—¿De verdad?
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