Aquella vez estaba segura que estaba controlado. No le iba a pasar
más, se lo juraba y re- juraba, mientras lo
preparaba todo.
La última vez, se había cansado. A ella no se la derrotaba
fácilmente, jamás se rendía sin plantar batalla y estaba harta de aquella acumulación
de “viudos”. No pensaba seguir con esa
peregrinación de días y días intentando aparejarlos, o desaparecían para siempre o lo solucionaba.