18 de noviembre de 2018

Tiempo de almendras verdes



—¡Mamá están sin hacer!

Marta sonrió mientras se recordaba diciendo lo mismo.

Mientras papá sacaba la bujía y la limpiaba, mamá esperaba cogiendo un puñadito de almendras verdes. «Es que hacía la perla cada poco y a mí no me importaba esperar». Se sentaba en el bordillo de la carretera y lo miraba refunfuñar porque nunca había sido muy hábil para las reparaciones pero lo intentaba y eso a ella le gustaba. Ahí le había cogido el gusto a las almendras tiernas.

4 de noviembre de 2018

Jazmín, bergamota y alguna hebra de vainilla



Lo primero fue su olor. Aisló las notas de cítricos, la bergamota o la vainilla de su perfume y se centró en el aroma de su piel, desnuda, sin más añadidos. Era el único que le interesaba. Auténtico, cálido, lleno de deseo aunque seguramente ella ni lo sabía. Javier disfrutó de esos momentos en los que la mujer se movía cerca de él, llenó sus pulmones para mantenerla lo más cerca posible.  

Ella se alejó dejando atrás la canceladora de billetes y una sutil estela de vainilla. Se acomodó varias filas detrás de él y cada vez que se movía le llegaban sutiles trazos de su olor. Sentía palpitaciones intensas.

Escuchó la vibración de un teléfono y lo siguiente, una voz, no una cualquiera, la suya. Era como la había imaginado, grave, llena de burbujitas de aire y a ratos la acompañaba su risa, con tintineos como esos llamadores de ángeles que estaban tan de moda entre las mujeres.

Ana la conductora le preguntó si aquella mañana iba a otro lugar. Se levantó a toda prisa deseando no parecer demasiado patoso. Bajó y al arrancar el autobús sintió una sensación de tristeza. 
Eran las 08.33.
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