La había perseguido hasta la saciedad.
Aún recordaba sus conversaciones,
aquellos encuentros aparentemente casuales aunque llenos de intencionalidad, conversaciones
apasionadas sobre cualquier tema, sus risas y bromas, los whatsapps
encantadores del inicio habían dado paso a otros apasionados, calientes y hasta
en algún momento pasados de vuelta, se diría que incluso, soeces…
Su interés pleno,
nada era bastante para él. Si tenía ganas de hablar, tenían que hablar. Si tenía
ganas de jugar, excitado, jugaban. No importaba el juego, ni el cuándo ni el
dónde…ella estaba.
Se sentía atractiva, deseada y enamorada. Sin percatarse, él
se había convertido en su muletilla emocional que determinaba como sería su día.