Cansado y harto, el vuelo lleva más de tres horas de retraso y él solo quiere
llegar a casa y descansar.
Cierra el portátil dejando vagar su mirada por la sala de espera.
Sus ojos
se encuentran con los inmensos ojos azules de la rubia que tiene enfrente, a su
lado un tipo enorme con aspecto aburrido, quizás su marido, enganchado al
móvil. La mira un instante y por cortesía no por ganas, desvía su atención a
otros.