21 de mayo de 2017

¿Existen las casualidades?

Sara cerró los ojos al leer el nombre mientras notaba desagradables punzadas en su estómago, la boca muy seca y el corazón a mil por hora.

¿Existían las casualidades?

De repente volvía a ser una niña en el patio de la escuela mirando al grupito de aquellas que creía sus amigas y que ahora esquivas y distantes la ninguneaban. 

¡Cómo dolía!

Cuando tocaba el timbre anunciando el recreo siempre era la última en salir de clase, le gustaba recoger sus cosas, guardarlas en el pupitre y colocar los bolígrafos en el estuche con parsimonia hasta que los profesores la urgían a salir del aula. Odiaba aquellas carreras a su alrededor, las camarillas en las que no se sentía bienvenida, las risas y chanzas en las que no participaba y de las que con más frecuencia de la que le gustaría parecía ser la protagonista. 

Si pudiera tener superpoderes se pediría ser invisible.
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