27 de diciembre de 2014
23 de diciembre de 2014
¿Sabes quién soy?
-
¿Sabes
quién soy?
La vehemencia con la que el hombre se dirigió a ella, la asustó.
Como otras
mañanas, al pasar lo había saludado, pero ahora estaba desconcertada y muy
nerviosa.
- ¿Sabes quién soy? ¿Me conoces? – volvió a
repetir el hombre mirándola fijamente.
En su cara se leía la desesperación, el temor y la angustia. Eso, estaba
asustando a Elena. Su intensidad, su miedo. Intentó no mostrarlo, que él no
notara nada. Tragó saliva antes de contestar
con suavidad.
- Sí claro, eres Javier.
La mujer sonrió, intentando aparentar una calma que no sentía.
18 de diciembre de 2014
Una pequeña historia de amor
Lo suyo no había
sido un amor de impaciencia, no había surgido en un instante, no había habido
ni chispa ni primeras impresiones ni por supuesto amor a primera vista.
Lo
suyo, había sido, si se podía llamar así,
un amor de largo recorrido, de muy largo recorrido. Un amor de
contradicciones y desapariciones, un amor que llenó de esperanza la
desesperanza.
Manuel aún
recordaba la primera vez que la vio. La odió casi en el acto.
- Manuel – su mujer estaba entusiasmada -
quiero presentarte a Nana. - Los tres se miraron. - Nana este es Manuel.
Ella era
entusiasmo, vitalidad, juventud y optimismo. A su alrededor, un remolino de
risas, alegría, rizos oscuros y enormes ojos marrones. Ella era vida,
desbordante y extenuante, que compartía
con los otros, sin pizca de egoísmo ni de maldad. Él estaba agotado y rabioso contra el mundo.
Manuel, en aquel
instante, ya supo, de manera inconsciente, que su vida iba a cambiar. No le
apetecía lo más mínimo pero sabía que no había opción, era sí o sí. Esa
certidumbre consiguió aumentar aún más su inquina por la nueva.
Lucía su mujer, la
adoraba. Cuanto más la quería ella, más resentimiento se generaba en él. Le
resultaba difícil explicar por qué sentía ese odio visceral hacía ella. Quizá
fuera su desbordante vitalidad, su juventud o todo ese ruido que siempre la
precedía, Manuel no sabía qué era, simplemente le molestaba que ella estuviera.
No la quería allí, no la quería compartiendo su vida, o mejor, lo poco que
quedaba de su vida.
14 de diciembre de 2014
Una mujer invisible
"Voici mon secret. Il est très simple: on ne voit bien qu'avec le coeur. L'essentiel est invisible pour les yeux".Antoine de de Saint-Exupéry
¿María?" "¿Dónde está María?" "¿Alguien ha visto a María?"María, ¿dónde estás?"
Esas palabras la
habían perseguido toda su vida. Ahora, en aquella cama de hospital, mientras se
duerme, le parece que para siempre, sonríe divertida.
Imagina la sorpresa
de sus familiares y amigos cuando descubran que la mujer invisible, lo era
porque ella quería, no porque nadie la hiciera invisible.
Recuerda que al
principio, de muy pequeñita, le producía sorpresa darse cuenta que podía estar
al lado de cualquiera y nunca la encontraban. Insistían e insistían y no la
veían hasta que ella decidía hacerse visible.
Hubo un tiempo en que
eso, quizá la preocupó, hasta que decidió hacer de su "defecto", una
virtud. Fue fácil, la gente no tiene miedo de lo que no ve.
Nunca era una amenaza
porque jamás la vieron.
Las personas
conocidas y desconocidas hablaban a su alrededor sin ningún cortapisa, tal y
cómo les parecía. Escuchó muchas conversaciones inútiles, muchas. Escuchó
dolor, envidia, amor, éxitos, negocios fracasados, oportunidades, ideas, y
descubrió un mundo volcado en la apariencia dónde ganaba, sorpresa, el que
menos se hacía ver. Podía estar con cualquier persona, en casi cualquier sitio
y jamás sobraba. Nadie la veía.
Así se aseguró de invertir
en su propio beneficio, cubrir todos sus gastos presentes y futuros sin ruido.
Era tan divertido ver la sorpresa de la gente cuando aquel negocio seguro, que
sólo ellos conocían se evaporaba. Cuando aquel local reservado o aquella
oportunidad impresionante, de repente ya tenía dueño. Cuando aquella empresa
que nadie sabía que se vendía, se encontraba comprada.
Siempre había otro
más avispado que se había adelantado. Y siempre era ella, la mujer invisible.
Se divertía.
7 de diciembre de 2014
Dos palabras
-
“Te dejo”
Dos palabras. Así
sin más, sólo dos palabras. Dos únicas palabras que la estaban destrozando. No
podía creer que él las hubiera escrito, parecía imposible.
Hasta ayer, seguían hablando cada noche por Skype. Anoche lo había encontrado serio, sin muchas palabras pero tampoco le pareció distinto a otras veces. Estaba cansado, había tenido una jornada agotadora y ella no le dio más importancia que esa. Hablaron de su trabajo, de la feroz competencia que tenía cada día e incluso de su hijo, pero ni una sola de sus palabras la preparó para el cobarde mensaje que llegó al día siguiente.