9, 8, 7, 6, 5, 4, 3...2.....1......0!!!
La explosión fue tan fuerte que Marcelo se tapó las orejas. Gritos, ruidos,
luces estridentes, golpes…y aplausos. El hombre miró a su alrededor atónito.
¿Estaban
locos o qué? ¿Por qué aplaudían?
Empezó a vociferar exigiéndoles que callaran, que
no los animasen. ¿No veían lo que estaba pasando? Solo obtenía respuestas
airadas y descorteses, insultos e interjecciones nada cariñosas.
¿Por qué no se daban cuenta?