De babyboomers, generación x, millenials y viejunos

Martes 

10.00h Pedro

Había aceptado hacer una pequeña charla para los chicos del barrio. Se lo había propuesto la coordinadora del instituto. Le dijo que a los chicos les iría muy bien ver cómo trabajaba, que escucharan de su boca cómo era ese oficio y las posibilidades que tenían de tener una profesión en la que había trabajo. Él ese mismo año ya se jubilaba y bien podría traspasar su taller. Le hubiera gustado encontrar a alguien con ganas, que quisiera hacer de la madera su profesión.

—Solo me tendrás que presentar un presupuesto le dijo Nadia, la coordinadora. 

El presupuesto que le llevó, resultó que no servía porque no estaba en forma ni lo envió por correo electrónico. Ese fue el primer paso de una larga lista.

11.00h Antonia

Se acercó hasta su banco. Necesitaba sacar su dinerito. Hasta no hacía tanto de eso también se encargaba Arturo pero ahora que él ya los había dejado, Clara y Julio, sus hijos, la animaban a coger las riendas de su vida. Aún eres joven mamá, no puedes quedarte en casa.  Sus hijos la animaban a salir de casa, a hacer cosas que hasta ahora su marido había hecho por ella. ¡Qué cuesta arriba se le hacía todo!  

13.00h Andrés

Miró por tercera vez como el semáforo parpadeaba y volvía a rojo. Suspiró. Según sus cálculos tendría que cruzar la calle en 15 segundos. 
¡Luego lo intentaría! 
Se alejó renqueando muy lentamente.

15.00h Luisa

Descolgó el teléfono fijo. 

—Los del gas que pasarán a hacer la revisión, que preparemos un recibo para enseñarles. 

—¿Otra vez?—le dijo su marido.

—Sí, ya les he dicho que habían venido no hace mucho pero insisten en que nos toca revisión, que si queremos que nos pongan una multa. Están por la zona y pasaran en un rato. ¡Voy a llamar a la niña!

18.45h Juan y Manuela 

Se acercaron a la chica de la recepción de la Oficina del DNI. Apenas los dejó hablar y ya los dirigió a una de las máquinas de la entrada. Juan trasteó una y otra vez pero ¡Aquella máquina del demonio no le hacía ningún caso!, justo cuando iba a rendirse, el artefacto escupió un papel. 

Se sentaron frente a una pantalla que mostraba números sin ningún orden. 

10.10h Pedro

Pedro colgó. Acababa de comunicarle a Nadia que no iba a hacer esa formación para los chicos. El presupuesto había resultado una carrera de obstáculos que lo habían superado.

11.05h Antonia

Miró al empleado. 

—Quiero mi pensión de este mes. 

Él le habló de un horario de retirada de efectivo. La mujer no entendía porque la obligaba a usar una máquina que no entendía

—Yo la ayudo.

Antonia sintió un nudo en la garganta. ¡No, no quería que la ayudara, quería que volviera Arturo, que todo fuera como antes!

—No se preocupe Sra. Martínez la ayudamos todas las veces que sea necesario. Cuando aprenda a usar la tarjeta verá que es mucho más practica y cómoda para usted.

Antonia lo miró con incredulidad. Su Arturo decía que mejor tener el dinero en casa y ¡Cuanta razón tenía! Ahora no le daban el dinero cuando quería y encima pretendía que usara tarjetas de plástico.

15.10h Luisa

Luisa miró a su marido. 

La niña les había dicho que no le hicieran ni caso, que no abrieran, que la revisión la había hecho la compañía hacía menos de seis meses y que eso era una estafa. 

17.00h Andrés

De nuevo estaba delante del semáforo. Había visto como en dos ocasiones, personas más jóvenes que él se habían visto esquivadas por motocicletas impacientes. 
¡Mañana lo intentaría!

19.00h Juan y Manuela 

—¿Pero si nosotros tenemos el 0180...? ¡Ahí pone el 0190!  

Manuela y Juan miraban la pantalla y el papel que les había dado la máquina.

—Mira, ahora sale el 0195.

La mujer sentada a su lado los miró.

—No hagan caso del orden de los números, lo que importa es la hora de su cita. A esa hora los llamaran,

—Tenemos hora a las 19.00—Juan miraba el papel y la pantalla.

—Es la que les envían a su correo electrónico. 

—Nos la ha pedido nuestro hijo. Nos ha dicho que estemos a las 7.

—No sufran, seguro que los avisan a su hora.

19.20h 

En la pantalla salió el 0180. Manuela y Juan se dirigieron a la mesa que indicaba su número.

                                       

¿Nos adaptamos a nuestros mayores? 

¿Las ciudades están pensadas para ellos?

 ¿Se los tiene en cuenta? 

Hace unos días estaba en una jornada y entre otros temas salió la convivencia entre varias generaciones en las empresas. Había proyectos que intentaban aprovechar la experiencia y el conocimiento de los seniors pero se podía notar, de hecho hubo algún ponente que lo expresó que querían más rotación, que  si las plantillas no se movían hacía un tufillo a rancio. Eso que se tomó a risa en el auditorio, porque evidentemente la persona que lo decía no era precisamente un millenial, me pareció poco adecuado y es un pensamiento que está bastante generalizado. No se valora el conocimiento de las personas mayores, es decir todo aquel que supere los ¿45?¿50? años empieza a ser considerado mayor y eso con una sociedad en la que cada vez las personas viven más y una perspectiva que nos sitúa trabajando hasta los 70 años es algo que desde luego tendremos que repensar.

No todo son nuevas tecnologías, a veces el valor añadido de los datos viene del análisis que nos proporciona la experiencia y el conocimiento que dan los años. Los datos abiertos y las máquinas sustituirán muchos lugares de trabajo, de hecho se dice que el 75% de las profesiones del futuro aún no existen o se están creando pero no podrán sustituir ni el análisis, ni las ganas, ni la curiosidad ni la creatividad ni todo aquello que las personas podemos aportar tengamos la edad que tengamos.

Me hizo pensar en lo mucho que nos perdemos al no potenciar proyectos que aúnen generaciones y maneras de hacer. No importa de qué generación seas, lo importante es no perder ni la curiosidad ni las ganas de aprender y eso no es patrimonio de ninguna generación ni de ninguna edad, son maneras de estar en la vida. 
Así que dejarme que reivindique a los viejunos y a todos aquellos que, a pesar de las etiquetas que algunos les quieren poner, siguen sintiendo curiosidad y ganas de hacer las cosas de forma distinta, sean babyboomers, generación X o millenials.