23 de mayo de 2019

De bienestar y emociones (1/2)



Uno también es responsable de lo que no hace.
Aforismos- Benjamín Prado



Irene supo que las cosas no irían bien cuando Felipe, al poco de conocerla, le soltó: «Tú lo que eres es una blanda»

Nunca se lo había planteado quizás porque a lo largo de su vida había escuchado que si se esforzaba y hacía bien su trabajo eso tenía recompensa. 
En sus quince años de directora de recursos humanos podía exhibir orgullosa una clasificación de lo más saludable: Cero ausencias por incapacidades relacionadas con temas psicosociales. Los de la inspección le decían que les iban a dar un premio a la empresa saludable. Bromas al margen, tenían un bajísimo índice de rotación y de bajas médicas relacionadas con el estrés, la ansiedad o la depresión. Con los años se habían convertido en una gran familia: noviazgos, matrimonios, hijos, divorcios, nietos.

El despegue de la empresa y la jubilación de Fabio habían ido a la par. Durante meses él los había preparado para su despedida después de más de veinticinco años al frente de ella. Eso también era inaudito en una empresa semipública y en un mundo político en el que los cargos cambiaban a la misma velocidad que los niños engullían golosinas. Ellos se habían mantenido al margen. ¿El secreto de su éxito? Ni idea pero Fabio había manejado la empresa con decisión, con muy buenos resultados y sin problemas.
Su paso a la dirección de recursos humanos fue fruto de la misma evolución con la que en la empresa hacían las cosas. Julita se había jubilado y ella cubrió su puesto. Así sin mucho ruido y todos contentos. Ni le gustaba ni le disgustaba, hacía su trabajo.

A la semana de la marcha de Fabio tenían nuevo director general. Felipe Martínez de Castro apenas pasaba de la treintena, acumulaba másteres, gomina, influencia política y sobre todo muchas ínfulas. Desde luego su pelo repeinado y su aspecto de estar siempre recién planchado no pasaban desapercibidos aunque él tampoco lo hubiera consentido.

Su llegada fue movida en todos los sentidos. Tuvieron que cambiar la ubicación y reducir el espacio de varios departamentos para que su despacho dispusiera del tamaño adecuado a su cargo. Muchos en la empresa, Irene entre ellos, desconocían que la importancia del cargo también se media por los metros cuadrados pero desde luego el que sí lo sabía era Don Felipe que los exigió, así como muebles por encargo, pintura con efecto de estuco terciopelo, cuadros de firma, a cual más horrible y más caro pero «por allí no había mucha cultura de arte». Su sueldo se había triplicado. Se decía con sorna y con cierta malicia para qué engañarse, que era la mano derecha del político de turno y ahí lo dejaban. Y había decidido que la secretaria de Fabio fuera reemplazada por una rubia vistosa con unos tacones de vértigo, uñas extra largas y una voz de pito que afectaba los tímpanos.
Lola fue la primera baja.

Irene recibió un correo pidiéndole que estuviera en su despacho antes de la hora para iniciar la ronda de las presentaciones del nuevo director.

—Felipe M. de Castro—le dijo él mientras le tendía la mano muy formal, después pareció repensarlo y la besó en las mejillas. Irene pensó que el Martínez no le gustaba y mientras le daba vueltas a eso, su siguiente comentario la descolocó:

— Vaya así que voy a tener una jefa de recursos humanos muy guapa.

Ella enrojeció pero quiso justificarlo como un patoso intento de hacerse el simpático pero le molestó, hacía mucho que creía haber superado eso de ser una chica mona, su trabajo era lo que hablaba y bien de ella. Pero no dijo nada, no era cuestión de empezar diciéndole al nuevo director que esos comentarios estaban fuera de lugar aunque no fue muy hábil disimulando su incomodidad. 

Empezaron el recorrido por la empresa. El hombre tenía muchas tablas. Se interesó por cada una de las personas que le presentaba, les preguntaba por su trabajo, por el tiempo que llevaban trabajando allí, por sus familias. Parecía no tener ninguna prisa. Irene vio que había estudiado a fondo el dossier de cada uno de los empleados. Lo que preguntaba, ya lo sabía pero más de uno sonrió encantado al ver que el señor director se había informado sobre él o ella.  

A los quince días llegó la primera bronca cuando exigió los protocolos de prevención de riesgos. «¿Proto… qué?» El portazo del delegado fue de antología. Irene salió tras él para que volviera al despacho y clarificaran el asunto. Por supuesto que había medidas de seguridad, era fundamental para todos pero lo que no había era tiempo para escribirlos todos. 

El director levantó la vista de los papeles.

—Ramón quiero los protocolos en tres días, ni uno más.

La puerta del despacho volvió a golpear. ¡Más fuerte!

El señor director, como había pedido que lo llamaran, había empezado a entrevistarse bueno más bien a hacer un tercer grado, a todos los responsables de la empresa y como jefa de recursos humanos Irene intentaba echar un cable a sus compañeros explicando lo que él no quería escuchar.

—Después nos centraremos en Recursos Humanos, ahora cállate y escucha—Su mirada y sobre todo su tono de voz, la dejaron helada.

«No, no habían protocolos aparte de los obligatorios. No, no había normativas. No, no había fichas. No, no había expedientes. No, no se había despedido a nadie en los últimos años. No, no había sanciones. No, no, no…»
A Irene se le había gastado la palabra de tanto negar mientras se hundía en la silla cargando sobre su cuerpo el desprecio que el señor Director, ahora que estaban a solas, ya no se molestaba en disimular.

—En el departamento solo somos tres. Fabio sabía que hemos crecido mucho y muy rápido y solo hemos podido trabajar…—Felipe la miró mientras ella enrojecía—. Haré lo que pueda. Los tendré listos. ¿La próxima semana?—Él arqueó las cejas—¡Antes del viernes! 

Solo tenía dos días. El tiempo no cundía y los temas se acumulaban igual que las reuniones en las que le resultaba cada vez más complicado no rebatirlo. Don Felipe había decidido imponer su estilo de mando y no eran raros ni los portazos ni las lágrimas. Nada ni nadie hacía las cosas como él quería y conseguía a través de órdenes y contraórdenes generar desconcierto. Alternaba cambios de comportamiento que aún los hacía estar más nerviosos, nunca sabían cuál iba a ser su estado de animo, a veces se deshacía en halagos que no venían a cuento, especialmente si había público y después a solas, usaba aquel tonillo insultante con el que les mostraba su opinión sobre ellos.

En la oficina se había instalado un ambiente opresivo que solo se aligeraba un poco cuando «él se marchaba de caza», así llamaba a las visitas a nuevos clientes. Entonces se escuchaba alguna risa discreta y murmullos de las conversaciones de antes.

Aunque nadie estaba exento, los enfrentamientos de Irene con Don Felipe iban a más. Ella intentaba avanzarse a sus exigencias pero nunca era suficiente. Si decía A, él decía B, si decía B entonces para él era una A rotunda. Disfrutaba humillándola con comentarios sobre «lo complicadita que era» para a continuación imitarla, mordiéndose las uñas aunque delante de otros, la llamaba «su jefa preferida». 
Se acabaron los comentarios fuera de tono cuando ella a su «ponte guapa que hoy vendrá el consejero» le respondió que «lo hiciera él». Felipe le había lanzado una de esas miradas hirientes y a partir de ahí se divertía usando un lenguaje soez y grosero. 

A Irene le empezó a costar levantarse. Era escuchar el despertador y enterrarse bajo las mantas. Con frecuencia sentía el escozor de las lágrimas y un nudo perenne en la boca del estómago que más de una vez le provocaba arcadas como cuando estaba embarazada de la niña. Cuando conseguía salir de la cama, se obligaba a vestirse con esmero para no darle la satisfacción de ver lo mucho que todo aquello le estaba afectando. 
Se autorecetó ansiolíticos para resistir en silencio las reuniones pero eso tampoco la salvaba de la pullita esta vez «por estar callada, por no respaldarlo, por no sonreír o por sonreír demasiado a los empleados». Todos iban contra él. Ella empezó a cometer cada vez más errores y por más que revisaba su trabajo, él siempre encontraba la coma fuera de sitio o el error tipográfico más pequeño para ridiculizarla. 
Con frecuencia notaba palpitaciones y menguaba cuando estaba frente a él. ¡Ojalá hubiera podido desaparecer!

En casa perdía los nervios con la niña y con su pareja. Llegaba tarde y la mayor parte de las veces se alimentaban de platos preparados comprados a última hora en el "paqui". Su sueldo se iba en horas de canguro y en pedir favores. La vida le iba de mal en peor, antes de Don Felipe su matrimonio empezaba a hacer aguas pero desde que ese hombre había irrumpido en su vida, estaba zozobrando. Lo peor eran las noches, apenas dormía, intranquila, con pesadillas recurrentes en las que revivía cada uno de sus errores y sus hirientes comentarios. Empezó a tomar somníferos para tener un poco de paz narcotizada pero seguía montada en un diabólico tobogán en el que al final él siempre la esperaba riendo a carcajadas.

No podía más.

Pidió una entrevista que le anuló hasta en tres ocasiones mientras ella sentada en la antesala de su despacho lo escuchaba hablar de la partida de golf o de la fiesta de la noche antes.

—¿Qué te trae por aquí Irene?

Enrojeció. Las palabras se quedaron atascadas, tenía la garganta seca y la voz  le salió quebradiza. Se sentía fatal y él más sonreía.

—No tengo todo el día, yo dirijo una empresa.

—Perdone Don Felipe…—Con horror Irene sintió que se le humedecían los ojos,. No podía ser, no quería que la viera llorar y empezó a tartamudear— Quiero... volver... a mi puesto... anterior.

—¿Cómo? ¿Ya no quieres ser la jefa de recursos humanos?

La mujer sintió crecer la rabia mientras escuchaba galopar histérico a su corazón. Quería pegarle hasta borrar esa sonrisa satisfecha, arañarle esa jeta asquerosa, agarrarlo de sus pelos engominados y amorrarlo al escritorio mientras le repetía Felipe M, M de Martínez, m de mierda. ¡Eres un mierda! M-a-r-t-i-n-e-z y con cada letra lo golpeaba contra la superficie pulida. ¡Dios! ¡Quería romperle la nariz y que la sangre lo ensuciara todo! 
Le temblaban las manos mientras se obligaba a contestar con voz clara.

—Usted necesita a otro tipo de jefe, seguramente Rosalía…

La voz se le volvió a apagar delante de su mirada. No podía disimular el temblor de las manos y le dolían de tanto apretarlas.
Rosalía era la persona que él había propuesto para el cargo de jefa de recursos humanos pero Irene llevaba quince años ocupando el puesto y a él le habíuan aconsejado que no la tocara. Irene conocía bien a Rosalía, era una buena profesional y desde luego no le importaba nada cederle el lugar.

—¿Así que me estás diciendo que eres una blanda?                         

La mujer lo miró. No podía más. Si eso era lo que quería escuchar... iQué más le importaba! Solo quería que la dejara en paz.

—Sí. ¡Soy una blanda! Y sí, me gustaría volver a mi puesto en el departamento de formación.

Él sonrió afectado, saboreando las palabras.
—Ya bonita pero sabes lo que pasa….—Se cruzaron sus miradas pero ella no consiguió mantenerla—, que tu antiguo puesto ya está ocupado, así que ya verás que haces. O sigues o renuncias, no hay más.

Irene se encogió ante la mentira. Se levantó rogando que las piernas no le fallaran.

—Oye no hemos acabado la conversación…

No escuchó más, cerró la puerta del despacho. Escuchó sus gritos y por primera vez se sintió bien. Cogió su bolso y salió de la oficina. No se derrumbó hasta que entró en el baño de la planta baja y entonces fue como si todas las lágrimas que llevaba meses aguantando hicieran acto de presencia, no podía parar de llorar. Le faltaba el aire y su cuerpo se sacudía como un niño en una de esas rabietas incontrolables. Buscó el móvil que se le cayó varias veces. Flor no tardó ni un minuto en encontrarla, la llevó directa al centro de salud donde la médica de urgencias después de escucharla le dio la baja y la derivó a psiquiatría.

...

49 comentarios :

  1. La ansiedad y la depresión serán en 2020 las principales causas de baja laboral en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

    De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, el 59% de los profesionales en España sufre de algún tipo de estrés en el trabajo.

    Para las compañías, un lugar de trabajo saludable es aquel en el que los trabajadores y el equipo directivo colaboran en la aplicación de un proceso de mejora continua para proteger y promover la salud, la seguridad y el bienestar de todos los trabajadores.
    En contraste, una reciente encuesta llevada a cabo por la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (EU-OSHA), reveló que alrededor del 40% de los trabajadores creen que el estrés no se gestiona adecuadamente en su lugar de trabajo
    .

    Trabajo viene del latín tripalium, que significaba literalmente ‘tres palos’ y era un instrumento de tortura formado por tres estacas a las que se amarraba al reo.
    etimologia de trabajo

    ¿Qué está pasando? ¿Por qué no se toman medidas preventivas en lugar de paliativas? Una empresa saludable no es solo un título sino una manera de organizar y entender el trabajo pero algunos parecen entenderlo como un campo de batalla. Los costes para los trabajadores y para las empresas son muy elevados, igual tocaría invertir más en prevención.

    Publicaré enseguida la segunda parte para que quién quiera lo lea de una sola vez.
    Me encantará saber vuestra opinión.
    Besos

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    1. Hola Susana

      Las personas saludables y felices son más productivas, permanecen el doble de tiempo en sus tareas, tienen más energía y una mayor vinculación con su empresa (...)
      Por cada euro invertido en programas de salud, hay un retorno de tres euros y medio para la compañía. (fuente Fundación Salud y persona)

      ¿A qué esperamos para hacer las cosas bien?
      Besos

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  3. Cuanto más ineptos y enchufados, más engreídos.
    Espero la segunda, porque me ha gustado mucho la primera parte. Entonces leeré las dos juntas.
    Besos.

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    1. Hola Macondo desde luego hay mucho inepto, enchufado y engreído por estos mundos laborales.
      Ahora en nada cuando acabe de contestar publicaré la segunda parte, espero que te guste la continuación. Me parecía muy largo para hacerlo en una única entrada y ayer no me dio tiempo de ponerle la imagen de cabecera.

      Besos

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  4. Puff, desde luego has mostrado un retrato que hace estremecernos por su realismo. Dijo alguien que lo bueno de tener dinero no eran las cosas que uno podía comprarse, sino que teniéndolo no tenía por qué soportar a los imbéciles. El caso que muestras nos muestra cómo la tensión laboral, cómo un jefe tóxico, puede amargarnos la existencia y arrastrar ese dolor a nuestra propia casa. Pierdes la capacidad de disfrutar y solo te domina esa ansiedad recurrente.
    En fin, creo que más de un "megamaster de los negocios" podría aprender algo leyendo tu relato... aunque lo más seguro es que dedique el tiempo libre a jugar al golf.
    Fantástico relato, Conxita. Un abrazo!

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    1. Hola David no había escuchado ese dicho pero desde luego tienes razón, ese no soportar a tanto imbécil no tiene precio.

      Es un claro ejemplo de jefe tóxico que por desgracia existen y amargan la existencia, llega un momento en que se pierde la capacidad de racionalizar y la víctima acaba creyendo que es culpable. Terrible. Por desgracia no se le da la importancia que requiere y nos enfrentamos a larguísimas bajas cuando igual poniendo recursos para prevenir y dar herramientas a las personas para no estresarse y para trabajar en buenas condiciones nos daría muchos mejores resultados.
      Me parece que los megamasters no están por la labor y muchos aún no han entendido que un ambiente agradable para trabajar hace que las personas rindan mucho más y se comprometan más con el trabajo.

      Me alegra que te haya gustado.

      Buen fin de semana

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  5. Sin necesidad de la segunda, que espero ansioso :), te diré que me suena muy real por desgracia.
    Besos.

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    1. Hola Alfred como dices es muy habitual y seguro que la realidad supera a la ficción.

      Ahora publicaré la segunda parte, ayer no me dio tiempo de acabarla. Espero que te guste.

      Feliz fin de semana

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  6. Una historia muy real. Que tengas un feliz día

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    1. Hola Trini por desgracia este tipo de situaciones son más habituales de lo que deberían.

      Feliz día también para ti.

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  7. Por lo que oigo y leo tu relato es verosímil, el poder mantener el puesto de trabajo obliga a mucho. y hay jefes que deberian pasar por un curso de seis meses de obrero de la empresa. Abrazucos

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    1. Hola Ester pues igual es una buena manera de entender y valorar el trabajo de todas las personas, en cualquier trabajo todas las personas aportan su granito de arena y cuanto más motivadas mejor para todos. ¿No te parece? A nadie le gusta pasar ocho horas con un ambiente opresivo y tóxico.

      Abrazucos

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  8. Conxita, esto va de mal en peor, los que disfrutan son unos pocos y los que sufren cada vez más, hoy en día el que tenga un trabajo es un privilegiado, vamos, como si le hubiese tocado la lotería.Esto ha quedado en un panorama de ricos y pobres, la clase medio desapareció, o está a punto de desaparecer. Hoy por hoy un puesto de trabajo es una joya. Y para que mencionar a los jefes... esto es un tema para explayarse y no terminar.
    Me ha encantado leerte.
    Feliz viernes.
    Abrazo.

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    1. Hola Carmen sí es un tema que da para mucho como bien dices.
      Por desgracia no se acaba de valorar la importancia de invertir en prevención y conseguir entornos de trabajo saludables.
      Mientras escribía este relato encontré una interesante campaña de un sindicato Tu salud no está en la nómina que hablaba sobre las distintas enfermedades laborales, dejo el enlace aquí.

      Espero que te guste la continuación.

      Besos y muy feliz fin de semana

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  9. En fin...topé con un jefe que se creía "amo", mira por donde. Aguanté dos convenios colectivos. Al tercero me despedí yo mismo y me indemnicé yo mismo (ya había contactado con otra faena, por cierto); cuando le dí el apretón de manos de rigor (y tenía el talón en mi poder, el del despido) le dije una cosa que llevaba dentro : Le hablé de tu, y le comenté en voz alta: - me tenías que haber lamido el culo de la mierda que te he sacado por tu nefasta gestión. Mira bien tus resultados. Y me dediqué a saludar al resto de mis ex-subordinados que me despidieron con un aplauso.
    Palabra de honor.
    Por eso la historia es real, y conozco alguna más del mio estilo.
    salut

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    1. Jajaja Miquel me ha encantado la despedida, seguro que el tipo aún lo recuerda.

      Desde luego poder sacarse esa espina con alguien que se merece eso y mucho más es un gusto que no está al alcance de todos, de ahí la cita con la que abría el relato Uno también es responsable de lo que no hace. Y algunos se aprovechan de eso, de lo complicado que a veces resulta encontrar un nuevo lugar de trabajo porque los gastos se siguen teniendo pero si es importante por salud mental poder poner a ciertos tipos (hombres y mujeres) en su sitio.

      Molesta y mucho que esos personajes como el Felipe de la historia que se creen los que más saben, que se permiten ningunear y tratar mal al personal porque ellos son los más importantes y se olvidan de que lo realmente importante son las personas y no como eslogan sino como una realidad.
      Lástima que no conocía tu historia sino hago que mi protagonista pueda decirle eso a su jefe.

      No me extraña que te aplaudieran, yo lo hecho al leerte.

      Salut

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  10. Pues impresionante, Conxita, qué quieres que te diga. Ese don Felipe es odioso, lo es y además disfruta haciéndose odioso a los demás. Es un sádico, un imbécil redomado, que con su comportamiento explotador va a arrastrar muchas cosas y a muchas personas. Ya no hay buen clima en la empresa, sólo cuando el lechugino este va de "caza" se oye alguna risa, y la pobre Irene se derrumba literalmente. ¡Bufff, a ver si sacas la segunda parte porque esta primera me ha puesto los dientes largos!
    Un beso, amiga

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    1. Hola Juan Carlos, esos personajillos tan inmundos que se creen el centro del mundo por desgracia existen. Es aquello que se escucha de dale poder a un hombre y lo conocerás, el personaje de la historia era así, un imbécil redomado que suena muy contundente.
      Por desgracia ese tipo de jefes tóxicos son muy dañinos aunque también hay otros tóxicos en las empresas.

      Desde luego parece mucho mejor invertir en prevención pero...aquí somos más de curar.

      Ahora pongo la segunda parte. Me pareció que era un relato muy largo para una única entrada y no me dio tiempo de acabar la imagen de cabecera hasta hace un ratito y ahora cuando os conteste la publico. Espero que no te defraude.

      Besos y muy feliz fin de semana

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  11. Por desgracia es muy frecuente, el estrés en el trabajo es increíble. Luego dan ataques de ansiedad, infartos etc pero parece que el empresario piensa ne todo menos en la calidad de vida de sus trabajadores

    Quieren esclavos, la verdad y claro, a eso no sé si pueden aspirar. Un abrazo

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    1. Hola Albada Dos como dices son muy frecuentes.


      Según la Agencia Europea para la Seguridad y la salud en el trabajo Los riesgos psicosociales se derivan de las deficiencias en el diseño, la organización y la gestión del trabajo, así como de un escaso contexto social del trabajo, y pueden producir resultados psicológicos, físicos y sociales negativos, como el estrés laboral, el agotamiento o la depresión.

      Creo que no se está suficientemente concienciado que es mejor prevenir que curar y que una empresa saludable es mucho más beneficiosa para todos y aquí todos se tienen que implicar.

      Un abrazo

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  12. Hola, Conxita: Has reflejado a la perfección, y con tu habitual estilo narrativo, una cruda realidad que, por desgracia, se da cada vez más (y los datos que aportas así lo confirman) en el mundo laboral. Ahora que conozco la etimología del término trabajo, veo que se corresponde y se ha correspondido desde la antigüedad con el sufrimiento del trabajador a manos de un jefe despótico.
    Debo también decir que esta historia me ha calado muy hondo por cuestiones personales. Cuando describías a ese Felipe, tanto en su aspecto físico como en su conducta, me has hecho recordar al último director general que tuve que "sufrir" y que trastocó la buena marcha y el buen ambiente de la empresa al poco de poner los pies en ella. No sé cómo terminará tu estupendo relato pero, en mi caso, enfrentarme a él me costó dos años de suplicio y el puesto de trabajo a los 61 años. Durante meses tenía pesadillas en las que me veía de nuevo en mi puesto de trabajo soportando su pedantería y malas maneras. El alprazolam fue mi compañero de fatigas durante mucho tiempo.
    Solo deseo que la pobre Irene tenga más suerte, jeje. Ella es muy joven y puede y debe hacerse valer, y si las cosas se tuercen todavía más siempre podrá encontrar un nuevo trabajo. Lo primero es la salud física y mental, y la familia, que no tiene que resentirse de los problemas en el trabajo.
    Tus relatos siempre tienen un fondo reflexivo muy interesante.
    Un beso.

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    1. Hola Josep Ma como se ha comentado, por desgracia es mucho más habitual de lo que debería y este tipo de jefes tóxicos pueden convertir la vida de las personas que tienen la mala suerte de trabajar con ellos en una auténtica pesadilla.

      Terrible lo que comentas, gracias por compartirlo y sí como dices dos años de suplicio y un altísimo coste personal es lo que este tipo de personalidades pueden llegar a provocar, en muchos casos encima se añade la edad porque a este tipo de personajes la edad les parece un inconveniente, no aprecian el plus que es la experiencia y compartir entre generaciones.

      A mi me sorprendió conocer la etimología de la palabra, me pareció de lo más curioso y que por desgracia a veces se convierte en una auténtica tortura, cuando las personas si estamos motivadas y con ganas rendimos mucho más y estamos mucho más comprometidas que cuando se trabaja desde el miedo, el despotismo y la arrogancia.

      Ahora en un rato publico la segunda parte, lo fraccioné porque era muy largo y no pude acabarlo ayer.

      Me alegra que te haya parecido interesante, espero que la segunda parte no te decepcione.

      Besos

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  13. ¡Qué triste relato! Y lo peor de todo es que es perfectamente real, es algo que se está dando todos los días en montones de empresas.Afortunadamente yo no lo he tenido que sufrir, pero he oído familiares y amigos quejarse de esto mismo.¡Cuánto inepto hay en los altos cargos!Espero con impaciencia la segunda parte del relato.
    Un abrazo.

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    1. Hola Rita, es cierto que es algo que está pasando más de lo que nos gustaría. De hecho como decía las cifras de bajas por enfermedades psicosociales siguen aumentando. Es importante poder prevenirlas y hacer que las empresas sean lugares mucho más saludables.

      Espero que te guste la segunda parte.

      Un abrazo

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  14. Tremendo lo bien que has expuesto una situación que se repite mucho. Por desgracia yo viví algo parecido hace años, cuando comencé a trabajar en la administración de una clínica privada. El director era de los que creía que enfrentando a unos compañeros contra otros se conseguía un mayor rendimiento, y por desgracia alguno de eso compañeros le siguieron el juego.
    De aquella época recuerdo cómo recibía con alivio la llegada del viernes por la tarde y cómo el domingo por la noche empezaba a tener un nudo en el estómago ante la perspectiva de afrontar otra semana más de malos modos, de cuchicheos, de puñaladas por la espalda. Menos mal que en menos de un año la empresa cambió de manos y de dirección y quienes llegaron tenían un talante totalmente opuesto que demostró que un buen ambiente de trabajo es mucho más productivo y da calidad al resultado.
    No sé si tú has pasado por algo parecido o conoces a alguien en esa situación porque la descripción ha sido estupenda.
    Enhorabuena, Conxita, por tan buena ambientación y por esos personajes tan reales.
    Un besote, guapa.

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    1. Hola Paloma conozco varios casos y a personas que han estado muy enfermas, con importantes afectaciones en sus vidas por este tipo de situaciones laborales.

      A veces se resta importancia, diciendo que se trata de presión laboral, no, no se trata de esa presión sino cuando hay un desequilibrio entre las exigencias y presiones depositadas en las personas y los recursos de que se dispone para hacer frente a ellos. Mi protagonista no sabe ni cómo actuar, nada de lo que hace parece correcto y eso le genera inseguridad que a su vez aumenta su probabilidad de cometer errores y al final la enferma.

      Gracias por compartir la experiencia que imagino muy dura, hay algunos que juegan a enfrentar a los compañeros, como bien dices a apuñalarse y a malmeter como una manera de dirigir equipos cuando lo que se hace es destruir equipos, confianza e incluso a las personas. Como bien dices una empresa saludable, con una buena planificación, distribución de tareas y reconocimiento de las personas hace que se aumente la productividad y los resultados y parece mentira que no se apueste mucho más por la prevención y por generar ambientes saludables.

      Espero que te guste la continuación.

      Besotes guapísima

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  15. He conocido casos parecidos.
    Víctimas de mobbing laboral por culpa de alimañas emocionales que sólo se preocupan de obtener sus bonus a costa de lo que sea.
    Gentuza como esa causó una ola de suicidios en trabajadores de France Telecom.
    Creo que lo mejor en estos casos es arrojar al ejecutivo por la ventana y luego decir que se tiró él.
    Muerto el perro muerta la rabia.

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    1. Hola Xavi muy bien definido con ese alimañas emocionales. Recuerdo los casos de France Telecom, que me impactaron y es que no se le da toda la importancia que tiene este tema.

      Recuerdo que había una compañera que siempre decía cuando veía algunos comportamientos hay algunos que pasan por la universidad pero la universidad no ha pasado por ellos y es que contínuamente se escucha decir que las personas son lo que importan y después hay muchos ejemplos que no es así, cuando hay multitud de estudios que argumentan que los trabajadores rinden mucho más en empresas saludables que bajo presión.

      En mi relato es el jefe tóxico pero por desgracia este tipo de comportamientos también se extrapolan a otros en las empresas.

      Besos y feliz fin de semana

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  16. Puedo asegurar, por experiencia propia, que lamentablemente me he sentido identificada con la protagonista, pues lo tuve que experimentar en diferentes escenarios y dentro de un complejo entramado de elementos opresores, es decir, como profesora tanto en mi etapa inicial, cuando acabé mi carrera de Magisterio con oposición incluida, en varios colegios públicos y enfrentada directamente con los inspectores y el sistema educativo que me obligaban a cumplir estrictamente con los planes del ministerio de educación de turno. De manera que opté por convalidar mis estudios en la universidad y terminar la licenciatura para dar clase en el instituto, algo que también lo pude conseguir, pero lo peor de todo fue encontrarme con idénticos problemas una vez más, siendo la rarita del grupo de profesores, ya que incluí dentro de mi metodología al yoga y la meditación, además de romper con otras estructuras completamente obsoletas. En fin, el resultado fue muy parecido al de esta protagonista, porque la salud es lo primero, como también me aconsejaron algunos compañeros. De esa pesadilla ya hace mucho, mucho tiempo, que pude salir afortunadamente con la prejubilación, algo que de unos años para acá, según tengo entendido, ya no es tan fácil lograrlo.
    Te felicito, Conxita, amiga entrañable, por elegir este tema de vigente actualidad y con tantas ramificaciones sociales. Con un estilo impecable, ameno en su lectura y bien desarrollado.
    Un beso.

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    1. Hola Estrella muchas gracias por compartir tu experiencia.

      Tú lo has dicho a veces por querer mejorar y salirse de los canales establecidos uno se acaba convirtiendo en el rarito, el que molesta y contra el que se va, porque con su trabajo hace cuestionarse a otros, quizás menos profesionales o menos motivados, que optan por maltratar al compañero.

      No es una cuestión solo de jefes tóxicos como el de mi relato, también se da como nos cuentas en tu experiencia con compañeros tóxicos, que hacen la vida imposible a otro compañero, por envidia, por celos, por egos mal entendidos... Lo de vive y deja vivir algunos no lo tienen muy claro.

      Me alegra que pudieras librarte de esa pesadilla porque ese mal ambiente como le pasa a mi protagonista acaba afectando a la parte personal y eso no se puede permitir.

      Muchísimas gracias por tus palabras querida Estrella.

      Besos

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  17. Me has dejado impactada, pero por lo que he podido leer no soy la única. Veo que, por desgracia, somos muchos los que hemos sufrido esta situación laboral y ciertamente me sorprende muchísimo porque no pensaba yo que fuera tan común.
    Además, ahora que con Elecciones nos toca "cambio de gerencia" tengo compañeros que ni duermen. Gracias a Dios, en su momento, decidí abrir mi blog y me refugié en él. Y tras una lucha casi agónica con aquella situación desesperante, he aprendido el arte de la templanza y me he creado una especie de coraza para que sea muy poco o muy importante lo que me afecte personalmente.
    Gracias, Conxita por tu relato. Con él me he dado cuenta que no sólo yo encontré a una persona mezquina, sino que lamentablemente la mezquindad es una "virtud" extendida. Porque durante mucho tiempo me pregunté "¿Por qué a mí?" Aunque eso ya no me importa.

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    1. Hola Macarena por desgracia, es mucho más común de lo que se sabe pero las víctimas de estas situaciones las esconden como le pasa a la protagonista del relato que llega a pensar que quizás es responsable cuando el único que lo es es ese jefe tóxico y en otros caso las direcciones de las empresas y departamentos de recursos humanos que hacen como si el problema no existiera.

      Recuerdo que leí que la figura del funcionariado se creó precisamente para evitar que con vaivenes políticos se resintiera el funcionamiento de la administración y que el personal no estuviera al servicio de ningún partido, algunos esto no lo entienden y siguen jugando con otras maneras de conseguir que se barra más de su lado y eso también afecta al personal.

      Afortunadamente encontraste la manera (bravo por los blogs y las letras) de salir de esa agobiante situación, de relativizar, de conseguir que no te amargaran porque sí encontraste a un mezquino, y hay muchos que no soportan que otros brillen más que ellos y para brillar no se necesita a veces un cargo, va con la persona y eso los mezquinos lo envidian. Y tú brillas Macarena.

      Un beso enorme y muy feliz semana

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  18. Hola Conxita, con tu relato retratas muy bien el ego, el poder, y el miedo como arma en las relaciones laborales. No es un tema del que se hable demasiado, y pienso que es muy importante. Desde luego mientras los políticos sigan empeñados en enfrentar a los territorios, tendremos que ser los ciudadanos los que levantemos la voz ante el acoso laboral, o escolar. Besos, y buen fin de semana.

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    1. Hola Miguel como le decía a Macarena es un tema del que se habla poco y del que hablan poco incluso las víctimas que solo quieren salir de allí y olvidarse del tema, aparte es un tema muy complicado de demostrar y con frecuencia resulta difícil poder llevar a estos personajes a la inspección. Es un poco lo que pasa con las víctimas de maltrato psicológico, las heridas físicas se ven, no se pueden negar pero ¿y las psicológicas?

      Vivimos en una sociedad que es cada vez más violenta, hay mucha irascibilidad, muy poca tolerancia, muy poca capacidad de frustración... enseguida se encienden las chispas y los dirigentes políticos juegan a incendiar, a destrozar puentes, en lugar de buscar acuerdos entre los territorios, con aquellos que piensan distinto, practican el conflicto, lo usan y avivan y eso es una auténtica irresponsabilidad porque después se tiene que vivir con eso. Los ciudadanos en muchos casos, como bien dices, somos los que estamos dando lecciones a aquellos que no han entendido el papel que han de jugar, que para nada es el que están haciendo. Las heridas entre territorios, entre personas, costarán de curar.

      El personaje del relato tiene todos los tics de los malos jefes: es arrogante e incapaz de comunicar bien, no tiene en cuenta las necesidades de su equipo, creen tener siempre la razón y solo ellos toman las decisiones, irascibles, inseguros... Vamos una auténtica joyita que causa muchísimo daño.

      Ojalá nos demos cuenta que es mucho mejor trabajar en una empresa saludable, si se rinde¡¡¡ mucho más!!!

      Besos y muy feliz de semana

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  19. Hola.
    Ufffff qué duro, y qué real. Una amoga de mis padres vivió algo muy parecido, y para colmo en unos años en los que ir al psiquiatra estaba muy mal visto, por lo que ella para la gente no era la víctima, era una loca inadaptada. Menos ma que con el timepo algunas cosas van cayendo por su propio peso.

    Me ha gustado mucho la historia, y me voy ya a leer la continuación.
    Feliz sábado.

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    1. Hola Gema tienes toda la razón que durante mucho tiempo ir al psiquiatra o al psicólogo era para los locos. Menos mal que se ha normalizado y se entiende perfectamente que todos podemos requerir la ayuda de un profesional de la salud mental en alguna ocasión y que no pasa nada por hacerlo.
      Con las víctimas de este tipo de situaciones sigue pasando, hay como vergüenza y un temor a no ser creída. Estos personajes saben quedar muy bien y hacer pasar a las víctimas como las problemáticas cuando en realidad el problema son estas personas tóxicas, jefes y no jefes que a veces se encuentran en el ámbito laboral.

      A veces el tiempo sí lo pone todo en su lugar pero otras cuesta verlo. Espero que te guste la continuación.

      Feliz sábado

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  20. Un relato muy bueno por realista y tu comentario al final, muy ilustrativo.
    La ansiedad es algo consustancial a muchos trabajos. En el mío suele deberse a conflictos con los alumnos o con los padre y, muy raramente, con el equipo directivo del instituto.
    En trabajos como el que describes, en una empresa en que los dividendos a final de mes son importantes, la presión debe de ser horrible. Eso unido a otras insatisfacciones del modo de vida actual, es lógico que dispare los casos de ansiedad, depresión, etc.
    Tu relato es muy bueno, hasta el punto de que iba notando ansiedad a medida que lo leía, poniéndome en la piel de Irene.
    Voy a por la segunda parte. Ya ves que ando con retraso.
    Un beso.

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    1. Hola Rosa ¡Tú nunca andas con retraso! y menos aquí, ya sabes que envidio tu gestión del tiempo ;)

      Los conflictos con los alumnos o con los padres es otro gran tema, que da para mucho y seguro que tienes multitud de anécdotas y experiencias para contar. El conflicto de la protagonista no está tan relacionado con la presión laboral, que eso es algo que se puede manejar sino con un personaje con ínfulas, que se dedica a generar situaciones conflictivas. Este tipo de jefes tóxicos son incapaces de preocuparse por nadie más que por ellos mismos y su inseguridad hace que quieran someter a todo aquel que piensa, no solo porque piense distinto sino porque piensa.
      Los datos están ahí, el problema es cada vez mayor.
      La Red de Empresas Saludables española apunta que “las personas saludables y felices son más productivas, permanecen el doble de tiempo en sus tareas, tienen un 65% más de energía y una mayor vinculación con su empresa”. Además, el mismo organismo señala que “por cada euro invertido en programas de salud hay un retorno para la compañía de 3,5 euros” (Fundación Salud y persona).

      Me alegra haber sido capaz de transmitir esa ansiedad de la protagonista, quería que fuera así, progresivo como ella se iba encontrando.
      A ver si te gusta la segunda parte.

      Besos y muy feliz finde

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  21. Excelente relato y, además, muy real.
    Desgraciadamente, parece que existen muchos casos así lo cual es muy lamentable.
    Un beso. Espero la segunda parte.

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    1. Hola Amalia me alegra que te lo haya parecido, la realidad siempre supera a la ficción y cada vez hay más casos así en el ámbito laboral y sí es realmente lamentable porque como le decía a Rosa citando a unos expertos las personas saludables y felices son más productivas, permanecen el doble de tiempo en sus tareas, tienen un 65% más de energía y una mayor vinculación con su empresa, así que encima ni siquiera tratar así a los empleados aumenta los resultados, aunque solo fuera por egoísmo sería mejor tener una empresa saludable, ¿no te parece?

      Espero que te guste la segunda parte.

      Besos

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  22. Tan real, por desgracia... Lo has descrito tan bien. Ahora toca esperar esa segunda parte.
    Besotes!!!

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    1. Muchas gracias Margari y sí como bien dices por desgracia la realidad supera a la ficción del relato.
      Te enlazo aquí la segunda parte.

      Espero que te guste.

      Muy feliz fin de semana

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  23. Qué decirte Conxita!, ese tipo de jefes es un problema de verdad. Pasamos la mayor parte de nuestra vida en el trabajo,... en unos casos es un mero trámite para conseguir nuestro sustento,... en otros, cuando además nos sentomos a gusto, es cuando pensamos "joder y por encima me pagan!,... y en otros todo se transforma en un infierno. En todo caso decirte que has usado la figura de un hombre como jefe poco asertivo y la de una mujer como empleada,... te aseguro que podría poner algunos ejemplos a la inversa!

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    1. Hola Norte tienes toda la razón, el jefe tóxico en este caso es un hombre pero por desgracia hay también mucha jefa tóxica, ninguno se libra.

      Son muchas las horas que se pasan en el trabajo para que haya personas que se dediquen a fastidiar al prójimo y es que no se enteran porque ni que sea por productividad e intereses económicos es una estrategia equivocada, de malos gestores (porque malas personas ya lo son), lo cierto es que las personas rendimos mucho más en climas de positividad.

      Besos

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  24. Lo triste es que una persona tenga que visitar al psiquiatra mientras la otra no pueda ir a un hospital después de la paliza que le hubiera dado.
    No solo algunos jefes tienen mala baba de abusadores sino cargos medios y encargadillos de mierda que se creen lo más de la creación.
    Un beso, me voy a leer la segunda parte.

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    1. Hola Francisco son situaciones que hacen bullir, en la que nos gustaría tomarnos la justicia en nuestra mano y arreglar a unos cuantos desalmados pero esa no es la solución, mi protagonista necesita encontrar la fuerza para hacer frente a esas situaciones, porque no puede seguir asumiendo el papel de víctima y seguir en esa espiral de autodestrucción, tiene que asumir que hay situaciones que no se pueden tolerar y que es necesario decir basta y denunciar, aunque cueste y aunque no sea nada fácil demostrar este tipo de abusos.

      Estoy contigo que no son solo los jefes, este tipo de situaciones se dan entre jefes intermedios, hombres o mujeres e incluso entre compañeros y a veces son los propios trabajadores los que maltratan a sus jefes. Hay muchas personas tóxicas y se permite que lo sean a costa del resto que aguantan.

      Dale poder a un necio... aunque sea mísero...

      Gracias por el tiempo.

      Un beso

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  25. Una historia que se repite demasiado a menudo... ¡Y yo que empecé a leerla tan contenta del éxito de Irene con la empresa saludable a la que pertenece! Voy a por la segunda parte.

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    1. Hola MJ tu comentario me ha hecho pensar en lo importante que es valorar las cosas en cada momento, agradecer lo positivo que se tiene porque muchas veces se valoran cuando se han perdido y no mientras se está viviendo.

      Ojalá más empresas se conectaran con esa idea de las empresas saludables en las que vale la pena trabajar, se conectaran y lo aplicaran para que todo fuera mucho mejor porque al final se acaba rindiendo mucho más cuando se trabaja a gusto.

      Espero que te guste la segunda parte.
      Besos

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Mil gracias por tu comentario.
Conxita

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