René
la miró, intensamente como le gustaba mirarla, le habló como solía hacer, con aquellos
susurros pequeñitos que acariciaban sin tocar y le explicó su día, eso que antes
le gustaba hacer y que hacía mucho que no lo practicaba, a veces por la falta
de a quién contar y otras por el olvido sobre qué contar.
Miró
a su alrededor, le apetecía estar a solas con ella, acercarse y observarla,
disfrutar de su presencia, de sus silencios, no compartirla con nadie. Por un
momento quiso lanzar un bufido y espantar a esa pareja de turistas que, cerca, también
la miraban. A duras penas contuvo su impaciencia, se movió nervioso pero no lo
hizo, a ella no le gustaría.
Esperó
con la mirada baja a que se alejaran, solo centrado en ella mientras notaba
como se le dibujaba una sonrisa en los labios. ¿Cómo era que ahora sonreía más?
La miraba, lucía tan dulce con ese sombrerito y en su capazo, medio escondido,
Lulú, ese conejillo al que tanto quería.
René
recordó con pesar al compañero al que ni siquiera había puesto nombre, un
perruno que lo seguía fiel como su sombra y que lo calentaba en las noches
frías. Se acostumbró a su presencia como uno hace con las cosas, buenas o malas
y volvió a dolerle su pérdida, cuando aquellos inútiles se lo llevaron diciendo
que no estaba vacunado. Sufrió y al hacerlo recordó que no podía encariñarse
con nadie, nada en su vida era permanente, él lo estropeaba todo.
Notaba esas emociones nuevas, desconocidas, hacía mucho que no sabía lo que era sentir ese
palpitar nervioso, esas sensaciones en su estómago que no eran de hambre y ese
temblor que lo recorría cuando ella lo miraba, eso era desconocido.
Hoy
era el día, hoy quería contarle lo que significaba para él, seguro que lo sabía
pero se lo iba a decir con sus palabras y nervioso, se agarraba las manos casi con
la timidez de un adolescente ante la chica que le gustaba. Solo podía mirarla.
Suspiró.
Llevaba años sin sentir, ¿necesidad o consecuencia? No lo sabía, se había empeñado
a fondo en embotar sus sentidos.
Hacía
mucho que no había nada que le doliera aparte del chucho. Se había mimetizado
con el mobiliario, era como un fantasma o alguien que no merecía ni existir.
Al
principio, se avergonzaba, desviaba su mirada para no ver como otros lo hacían,
para no reconocer el desprecio, la angustia o la vergüenza en la mirada de ellos, mientras extendía su mano pidiendo algo, lo que fuera.
Eso
ya había pasado, muchas veces su propio estado de embotamiento apestando a
alcohol le hacía imposible prestar atención a nada de lo que pasaba, se había
dejado resbalar a gran velocidad hacía un pozo de inconsciencia donde ya nada
le dolía. No le molestaban ni las miradas huidizas, a veces con pena y otras de
asco, ni las bromas de mal gusto ni las gamberradas de chicos que aprendían a
parecer valientes metiéndose con él, ni las batallas con iguales por hacerse un
sitio en la miseria. Nada contaba, solo resbalar más y más profundo, hundirse
en ese bendito pozo de inconsciencia.
Había
perdido la cuenta de los años que llevaba en la calle, muchos, a veces se
preguntaba por qué vivía tanto si eso suyo no era vida, No buscaba culpables,
tampoco importaba, seguramente él se buscó sus propios problemas, no se dejó
ayudar o quizás no importó a nadie y de repente, cada vez le resultó más
difícil salir de las ciénagas en las que se había ido hundiendo,
pero eso formaba parte del pasado, ya no interesaban los por qué y quizás,
tampoco entonces.
Y
apareció ella.
Aún
sentía la emoción que lo embargó al verla por primera vez, cómo lo miró y por
primera vez en mucho tiempo se sintió un ser humano. Recordaba el calorcito que lo había recorrido al notar el
reconocimiento, existía, él existía. Y eso,
lo había hecho ella con su dulce mirada, sin juzgarlo, sin pedir explicaciones
sin recriminaciones ni excusas absurdas, nada, ella no le pedía nunca nada, solo
le veía, aunque aparentaba no fijarse en nada más que en aquello que le interesaba pero
lo cierto es que a él no lo engañaba, lo observaba todo, los veía a todos.
Sus
días tenían una nueva ilusión, vivía para el momento en que volvería a verla,
para notar su cariño y su aceptación. Todo era soportable si la veía y ella
estaba para él.
René
observó a su alrededor, como de costumbre nadie lo veía pero esta vez sí que estaba
solo. Se acercó a la cadena que protegía el acceso y la soltó, no tenía que
mirarla sabía que ella quería que lo hiciera y él deseaba tanto complacerla, ella estaba tan sola como él, quizás más en su distancia de mujer admirada.
Se
acercó a ella, era tranquilizador ver que no le temía ni se apartaba ni
cambiaba de acera como tantas otras, ella no.
Soñaba
con aquello desde hacía muchos días, pero no se atrevía…
Aquellos últimos días habían sido
gélidos, quería darle su calor y la tocaba mientras le susurraba bonitas
palabras que lo sorprendían porque las creía olvidadas y le surgían directas del
corazón, se sentía bien con ella.
René miró su rostro bondadoso y se atrevió a
susurrarle al oído, suave como el aleteo de una mariposa:
—Te quiero.
Avergonzado,
temiendo su rechazo la miró y ella parecía seguir animándolo aunque tímida no
lo miraba. No dijo nada, ella nunca decía nada pero no eran necesarias las
palabras para saberse querido.
Osado, se atrevió a darle un beso furtivo a su
rostro helado mientras depositaba su bien más preciado en sus manos: su gorro
de lana, ese que le recordaba que un día fue alguien que existía para el mundo.
—Mañana volveré mi dama.
Y se
alejó feliz mientras atrás quedaba la dama hierática en su envoltorio de hierro
fundido.
Un romance entre un pobre desesperado y una estatua realista de lo más convincente, lleno de humanidad.
ResponderEliminarUn acierto ;)
Saludos.
Me alegra que te haya parecido convincente Alfred.
EliminarComo bien dices es una romance entre un ser como René que lo ha perdido todo y no hablo solo de lo material, que no tiene nada ni espera nada y ella, un ser inanimado que hace renacer sus ilusiones y es que el amor, el que sea, siempre despierta esperanzas.
Muchas gracias por leerlo y comentar.
Un saludo
¡Qué bonito, Conxita! el corazoncito de René ya tenía por quien latir. Una dama que no le juzgaba por sus apariencias ni sus hábitos, que es lo que tendemos a hacer los seres 'animados'. Seguro que, a su manera, se sentía feliz, porque dando (y no sólo recibiendo) se puede serlo también.
ResponderEliminarMuy tierno y muy bien contado, como siempre. En concreto me ha encantado eso de "años sin sentir, ¿necesidad o consecuencia?".
¡Un beso muy fuerte y hasta después del verano, solet!
Pobrecito René, al menos ha encontrado a alguien con quien compartir esa soledad mal llevada y sobre todo como tú dices, alguien que no le juzga, no se avergüenza y le escucha.
EliminarHay personas que son felices dando mucho más de lo que reciben, hay muchas muestras de esas personas generosas y desinteresadas que se dan a los otros.
Muchas gracias por leerlo y feliz veranito, descansa.
Un beso guapa
Un bello relato !!! LLeno ternura.
ResponderEliminarBesos
Muchas gracias Ilesin por tus palabras.
EliminarEl protagonista solo quiere que lo quieran, existir para alguien porque es terrible pasar por el mundo sin que nadie te vea.
Un beso
Precioso y emocionante relato. Y tan bien escrito que es un gustazo leerte.
ResponderEliminarBesotes!!!
Gracias Margari, qué bonitas tus palabras conmigo.
EliminarSiempre me causa tristeza ver vagar a esas personas con sus pertenencias a cuesta y sobre todo,me avergüenzan algunas actitudes de los "afortunados" hacía ellos, para algunos parece fácil reírse del que sufre y no tiene nada.
Y aunque se los ignore, están ahí a veces para darnos lecciones de generosidad y amor, como ese René, enamorado de su estatua y dejándole su único bien, el más preciado.
Un beso
Cuánto refleja este relato, pobresa, desolación, esperanza, locura, conformidad, amor, de todo un poco.
ResponderEliminarMás allá de que la imagen es un gran spoiler, no vi venir el final. Pensé que era algún animal.
Gran trabajo, Conxita.
Saludos.
Gracias Raúl, tienes toda la razón sobre ese spoiler y dudé sobre si ponía la fotografía al principio o al final del relato precisamente porque la imagen está contando la historia, pero es que el relato me lo inspiró justo esa estatua que está en una callejuela de Bruselas y una personita sin techo que la miraba. A mi manera, quería dedicarles un homenaje a ellos dos.
EliminarGracias por tus palabras.
Un saludo
Cómo la soledad puede hacer sentir amor hacia algo aparentemente inalcanzable o hacer creer que hasta lo inanimado tiene vida. Cada cual busca consuelo en una ilusión esperando que se haga realidad.
ResponderEliminarUn conmovedora historia muy bien contada.
Un abrazo.
Josep Mª tú lo has dicho, cada cual busca una ilusión que se haga realidad, a veces por muy irreal que sea, parece más auténtica que una realidad que no gusta y que solo duele como le pasa a René. En su imaginación, en su mundo con ella, no hay hambre, no hay frío y aún queda esperanza.
EliminarGracias por tus palabras.
Un abrazo
Qué historia tan preciosa. Me emociona la ternura del protagonista y esa luz de esperanza que deja el relato. Yo tampoco me esperaba el final. Un beso
ResponderEliminarGracias Ana.
EliminarSiempre intento que haya esperanza para mis protagonistas porque así la siento, quiero creer que él a su manera es feliz y ese objeto inanimado le ayuda a mantenerse en un mundo hostil con él, con razón o sin, pero ella consigue que se sienta y sea feliz. Bien venida imaginación e ilusiones para René.
Me alegra haberos sorprendido.
Un beso
Hay gente que tiene tan poco que con casi nada mejora.
ResponderEliminarUno se va apartando de la sociedad, poco a poco, pero el tiempo hace que la brecha sea enorme.
ella siempre estará allí para el. ¿Pero por cuento tiempo eso será suficiente?
Tienes razón Guille, el protagonista tiene tan poco, tan poquito, que con casi nada mejora. Para mi lo importante es que él se siente bien por primera vez en muchos años seguramente y ese idilio que mantiene con ese ser inanimado le hace estar feliz. ¿Por cuánto tiempo será suficiente? no lo sabemos, de momento en su hoy, es feliz.
EliminarUn abrazo
Tengo la piel de gallina, Conxita. Qué hermosura, qué ternura ,qué pena más grande.
ResponderEliminarMuy buen relato, te felicito.
Besos
Muchas gracias Celia, me alegra que te haya gustado.
EliminarSí, da penita el pobre René, pero él está muy feliz enamorado de su dama que consigue que sus días sean menos solitarios y le da un motivo para vivir.
Dura y triste vida la de las personas que lo han perdido todo y malviven en las calles.
Un beso
Bonito relato para describir la soledad. Algunos dicen que la gente de la calle agradece tanto o más que una limosna que alguien les mire a los ojos y no les demuestre asco ni rechazo, sino que la mirada sea la de un igual que les mira con la certeza de que a cualquiera nos podría pasar lo mismo que le ocurre a él o a ella.
ResponderEliminarPero a veces las personas ni siquiera tenemos la categoría de estatuas.
Saludos y gracias por el relato.
Soros que bonitas esas palabras, mirarlos a los ojos y no hacerlos sentir avergonzados porque ninguno de ellos tampoco pensó que estaría en la calle malviviendo.
EliminarY sí, desgraciadamente hay personas mucho peores que las estatuas, ella consigue hacer sentir a René que existe, que es alguien.
Gracias a ti por leerlo y darme tu opinión.
Un saludo
Cuánto hay inmerso en este relato... al menos su corazón encontró una forma de amar y ser feliz.
ResponderEliminarMuy hermoso, Conxita
Un abrazo!
A veces se puede olvidar que esas personas que malviven en las calles también tienen sentimientos, lo han perdido todo pero siguen siendo personas y eso, a veces se obvia, quizás por el miedo a mirar la miseria cara a cara por si se fuera a pegar.
EliminarMi René tiene un corazoncito muy grande y encuentra un motivo para seguir viviendo, porque al final el amor es el motor para muchos.
Muchas gracias por tus palabras Flora.
Un saludo
Hermoso relato para un ser inanimado deje quererse por una personaje como René que solo quiere dar amor. Buena historia.Un abrazo
ResponderEliminarGracias Mamen, si la estatua pudiera contarnos su historia seguro que se habría enamorado de René, de su ternura y de ese amor sin pedir nada a cambio.
EliminarUn saludo
Pasa por mi blog Contxita tengo algo para ti
EliminarPasa por mi blog Contxita tengo algo para ti
EliminarMuchas gracias Mamen por pensar en mi blog.
EliminarUn saludo
Emotivo relato, amiga Conxita.
ResponderEliminarRené se resiste a perder lo único que le queda, su humanidad. Si deja que se le esfume... tendrá sentido la vida?
Que tengas un verano provechoso Conxita.
Gracias Paco.
EliminarEstoy de acuerdo contigo, si pierde eso, ¿qué le queda? A su manera René sigue luchando por salvar a la persona que es, ese ser al que muchos han hecho invisible y él se resiste a dejar que lo sea.
Un saludo y que tu verano sea muy feliz. Hasta la vuelta.
Pigmalión con sentimientos.
ResponderEliminarHermoso.
Saludos.
Gracias Ignacio por tus palabras.
EliminarA veces no es tan importante como es uno, sino como nos ven aquellos que queremos que nos vean.
Mis protagonistas, cada uno a su manera, saben mirar y han conseguido verse.
Un saludo
Qué hermosa historia de amor, me ha encantado. Además la veo perfectamente factible ¿por qué no?
ResponderEliminarUna preciosidad de relato.
Salud-os!!
Gracias Laura por tus palabras.
Eliminar¿Por qué no? El amor tiene sus propias reglas, pasa cuando quiere, sin avisar y sin motivo e incluso a veces a pesar de que la persona no sea la adecuada, no sea correspondido o incluso te dañen...
El amor funciona como quiere, René simplemente se ha enamorado, no importa de quién, lo ha hecho y es feliz.
Un beso
Enternecedor relato, Conxita. Qué soledad se percibe a través de las líneas y cuánta ternura también.
ResponderEliminarCuánta gente pasará al lado de René y le hará el mismo caso que si fuera una estatua, cuando en su interior late un corazón con mucho amor para regalar.
Precioso cuento el que nos traes. Gracias.
Tienes razón Paloma, cuantas personas miran más a la estatua que al pobre René, seguro que muchas y cuántas y cuántas personas necesitan una mirada, solo una mirada de reconocimiento para sentirse bien. Ese egoísmo que a veces proviene del miedo a lo desconocido, de no saber qué hacer y como decía Soros en su comentario, esas personas agradecen a veces más una mirada que les haga creer que siguen existiendo que una moneda, que también.
EliminarMe alegra que te haya gustado, gracias a ti por leerlo y por tus palabras.
Un beso
Muy bonito relato.
ResponderEliminarQuizá la estatua, en su "envoltorio de hierro fundido", también se sentía sola, y también era feliz con la atención de René.
Es que yo soy un poco animista, no lo puedo remediar :)
Gracias Ángeles, pues mira que igual a la estatua le da por contarnos la historia y justo nos enteramos que tal y como tú dices es igual de feliz que René con esas atenciones y esa mirada cálida, harta de turistas y fotos quizás necesita la calidez de los sentimientos auténticos de ese hombre.
EliminarY me encanta ese ser animista, no lo remedies, es bonito.
Un saludo
Qué cosa tan bonita has escrito, Conxita. Cuánta ternura, cuánto respeto por esas personas que viven en la calle y que sólo suelen recibir miradas suspicacia y desprecio. Tú les dotas de sentimientos y emociones. Me ha encantado.
ResponderEliminarUn beso.
Ai gracias Rosa por tus palabras que sí que son lindas.
EliminarMe alegra que te haya gustado mi relato.
Mi protagonista consigue encontrar un motivo para seguir viviendo cuando todo parece haberle dado la espalda, con motivo o sin motivo, pero gracias a esa relación consigue encontrar sentido a la vida. Y es que el amor dicen que mueve montañas, así que igual hasta consigue dotar de vida a esa estatua, seguro que René así lo espera. Y yo también.
Un beso guapa
Me ha gustado mucho tu relato Conxita. Es cierto que la imagen del principio, como ya se dice en otros comentarios, nos da la pista sobre la identidad de la dama, pero yo creo que saberlo te hace precisamente disfrutar de la historia en toda su dimensión sin que tú hayas tenido que explicitarlo en el texto. Has tratado el tema con una delicadeza y maestría admirable, sin duda, reflejando espléndidamente la soledad del protagonista y la expresión de sus sentimientos. Un placer de lectura, no cabe duda
ResponderEliminarMuchos besos
Gracias Isidoro.
EliminarTal y como comenté, no me di cuenta que hacía de "spoiler" como comentaba Raúl pero como la historia me la inspiró esa estatua y un vagabundo que la miraba, me parecía importante ponerla por "ellos", sin darme cuenta que podía desvelar el final del cuento.
Me alegra que a pesar de ese error, te haya gustado esta historia de amor de alguien que lo ha perdido todo hasta la esperanza, al menos René por un tiempo consigue volver a "esperar" algo tan bueno de la vida como es querer a alguien, aunque este alguien sea un ser inanimado.
Gracias por esos elogios que me dedicas, que aunque me ruborizan los agradezco mucho porque son como caricias en el alma de esta escritora aficionada.
Un beso
Buenos días Conxita qué relato tan emotivo, narrado en compañía de la soledad, de esa ajena, la que existe y no ves, conectando con esa realidad tan cotidiana. Gracias por ese romance, has elegido una figura que trasmite también mucho sentimiento, habla por sí misma. Un abrazo
ResponderEliminarGracias Emerencia.
EliminarSon soledades que están presentes en el día a día, sobre todo en las grandes ciudades dónde malviven muchas personas que lo han perdido todo, pero no sus sentimientos.
Me alegra que te haya gustado la figura, está en una callejuela de Bruselas y a mi me pareció muy tierna, llena de sentimiento.
Un abrazo
Enamorado de la Tatcher, la Dama de Hierro.
ResponderEliminarBromas al margen, qué bonita historia y qué triste al mismo tiempo. Y qué bien contada.
Saludos.
Pues supongo que la Tatcher igual tenía su encanto jajaja
EliminarMe alegra que te haya gustado, aunque tienes razón que es una historia triste de una persona que no tiene nada y que por unos momentos recupera la alegría de sentir que "existe" para alguien, porque eso es fundamental aunque en su caso sea un ser inanimado.
Gracias por leerlo Macondo.
Un saludito
Preciosa historia, gracias por compartirla. 1beso!
ResponderEliminarMuchas gracias a ti Tizire por dedicar un tiempo a leerla.
EliminarMe alegra que te haya gustado.
Un beso
hola! preciosa y conmovedora historia,me has llevado a las lagrimas, pense que era un perrito....magnifica. yo en mi blog publique la historia del loco de la plaza, regalo de una amiga.tal vete guste.eres muy especial. abrazobuho con muchas plumitas cosquilleandote la nariz.
ResponderEliminarHola Buho Evanescente,
EliminarMe alegra haber sido capaz de conmoverte con mi relato y que te haya gustado la historia de René y de su enamorada.
Gracias por tus palabras y por tu tiempo.
Me paso por tu blog a buscar ese relato que comentas.
Un saludito
Qué bonito Conxita, me ha encantado. Además me ha parecido de lo más inesperado, yo me lo imaginaba por la foto que has puesto, pero el relato está muy bien escrito y mantiene la sorpresa hasta el final.
ResponderEliminarUn besito y feliz domingo.
Gracias Gema.
EliminarEs cierto que como me han comentado otras personas, la imagen de cabecera se convierte en un spoiler del relato, no me di cuenta que podía desvelar el objeto del amor de René.
Me alegra que te haya gustado.
Feliz domingo
Realmente un relato profundo que llega al corazon, cuantas almas andan como el buscando el amor para acabar prendidos de una ilusion de metal. Fascinante!
ResponderEliminarFeliz dia!
Muchas gracias Patricia, me alegra que te haya gustado.
EliminarTienes razón que hay muchas almas buscando el amor y se quedan en la ilusión. René necesita encontrar un motivo para recuperar la esperanza y esa ilusión se lo permite.
Feliz día también para ti.
Un saludo
Bellísimo relato acompañado de una composición impecable.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias Ricardo por leerlo y por tu comentario.
EliminarMe alegra que te haya gustado.
Un saludo
¡Precioso!
ResponderEliminarUna bella historia de amor entre un hombre que siente el desarraigo de una sociedad que le ignora y se aleja de él, y la necesidad imperiosa de ser alguien y sentirse amado, aunque sea por una estatua de metal.
Felicidades.
Muchas gracias Maripaz por tus bonitas palabras.
EliminarEs exactamente eso la necesidad de ser alguien, de existir para otra persona, que lo amen aunque el objeto de su amor sea un objeto inanimado. Cuanta soledad y cuanta necesidad.
Un abrazo, que tengas un fantástico día.
De nuevo por aquí y de regreso.
ResponderEliminarMe encuentro con un relato que destila sensibilidad y soledad a partes iguales, el dolor más insoportable para un ser humano que se considera invisible para el resto.
Se tuvo que considerar afortunado ante la inmovilidad de la estatua que el interpreta como aceptación por parte de la viejita representada. René es un hombre rechazado por su pobreza, por la suciedad y la nonada que le rodea.Pero es poseedor de un corazón tierno capaz de enamorarse de la única figura humana que no siente asco por su persona y acepta de forma inerme lo que él le ofrece: su compañía y amparo incondicional.
René, alma cándida.
Me ha emocionado amiga.
Besos
Bienvenido amigo, se te echa de menos, lo sabes.
EliminarMe alegra haber conseguido emocionarte. La soledad esa carga tan terrible, vivimos en una sociedad en la que cada vez se está más solo aunque sea en medio de un montón de gente.
En el caso de René, por los motivos que sean que lo han acabado llevando a malvivir en la calle, aun es más acuciante esa soledad, intenta ahogarla en alcohol, embotando los sentidos pero sigue estando, porque no se despega, le sigue allí donde vaya.
Y sí, como bien dices consigue que su corazón vuelva a palpitar, que se sienta alguien mirado por un objeto que no se aparta, que no lo rechaza, que lo acompaña. Triste, la soledad no buscada.
Un beso
Siempre me sorprendes guapa, la verdad que sabes escribir muy bien y mantienes en vilo al lector hasta el final. Precioso relato eres una artista ;). Un besito
ResponderEliminarMuchas gracias Natalia, siempre tan amable conmigo y con mis letras. Te lo agradezco, para mi estos comentarios son caricias para el alma. Gracias de verdad.
EliminarMe encanta si consigo mantener la sorpresa y que el relato sea entretenido y ameno.
Un beso y feliz semana
Nunca se pierde todo, nunca está todo perdido, si queda algo de amor...
ResponderEliminarUn relato precioso, amiga
Un abrazo
¿Por qué será que con amor, el que sea, todo se ve distinto? Se ha escrito mucho sobre la fuerza que nos da el amor y a veces también el desamor, nos impulsa a convertirnos en una mejor versión de uno mismo. Espero que para René sea una esperanza y quién sabe...
EliminarMuchas gracias por tus palabras Ildefonso.
Un abrazo de domingo
Qué historia tan bonita :) Me ha recordado un poco a un pensamiento que tenía hace algunos años. Las personas ciegas, que ya sabes que se dice que tienen agudizados el resto de los sentidos, ¿serán capaces de experimentar atracción sexual por un olor personal o por una voz de la misma manera que nosotros por los ojos?
ResponderEliminarHolden, desde el desconocimiento, muy interesante tu pensamiento.
EliminarMi opinión es que sí. ¿Acaso no hay olores que nos atraen y otros que nos repelen? pues sí ese sentido está más agudizado es por el que uno se rige para elegir aquello que más gusta.
Cuando veo los obstáculos a los que se enfrentan estas personas para hacer una vida "normal", solo puedo pensar en que son muy valientes y siento una grandisima admiración por ellos, por su capacidad de enfrentarse al día a día sin ver.
Precioso relato ese que se sugiere de un amor a través de la voz o del olor.
Que conste que no te doy las gracias porque no te gusta, pero me alegra verte por aquí y leer tus comentarios.
Un abrazo y feliz semana
Me encanta como escribes pues percibo la haces desde el fondo de tu corazón.
ResponderEliminarUn abrazo grande!!
Muchas gracias Ricardo por tus palabras.
EliminarMe alegra que te gusten mis relatos, y no sé si es desde el fondo del corazón pero sí que a veces tengo la sensación de que son los propios relatos los que parecen escribirse solos, necesitan contarse y me alegra compartirlos.
Pero aparte de escribirlos, lo fundamental es que haya personas sensibles que los lean, los disfruten y compartir las opiniones, eso me encanta y me ayuda a aprender mucho. Son caricias para el alma, así que gracias por hacerlo.
Un saludito
¡Que mala es la soledad!; el que pasen por tu lado miles de personas todos los días, y que nadie se preocupe lo más mínimo por ti, dice muy poco a favor de esta sociedad.
ResponderEliminarTu relato es un fiel reflejo, de que estos seres humanos que malviven por las calles, tienen un corazón generoso y llenos de amor, que podíamos compartir en lugar de mirar para otro lado.
Precioso tu relato.....como siempre.
Un abrazo.
Manuel, a mi me parece que hay muchos tipos de soledad, la soledad no buscada creo que como tú dices es terrible y sobre todo cuando a esa soledad se le añade la invisibilidad, que es lo que se hace con muchas de esas personas que malviven en las calles a las que se les niega hasta la mirada.
EliminarMe gusta pensar que podemos mirar de forma distinta y seguro que hay más de un René por nuestras calles.
Me alegra que te haya gustado mi relato, muchas gracias por esas palabras tan amables siempre con mis letras.
Que tengas un fantástico día.
Saludos
Que bello relato nos has regalado, a veces vamos tan ciegos por la vida que no somos capaces de ver a esos Renés que salpican nuestras calles y que tienen tanto que ofrecer y que darnos, y ellos a su vez permanecen invisibles sabedores del rechazo conformándose con aquello tan bello que es el silencio de un amor de bronce o hierro que no por ser imaginado deja de ser menos bueno si los hace felices. Hermoso Conxita. Gracias.
ResponderEliminarGracias Mariola por esas bonitas palabras.
EliminarEs cierto que a veces estamos tan ciegos que no vemos, ni a esos que están en las calles ni a aquellos que tenemos más cerca, a veces da la sensación que hemos perdido esa capacidad de "mirar" más allá de las apariencias, de lo que se muestra públicamente y centrarnos en aquello que es realmente esencial.
Tomo prestados unos versos de Benjamin Prado en "Ya no es tarde" que en su tablón de anuncios da voz a los que no la tienen:
...Que ser feliz no es cerrar los ojos.
... Ya sé que éste es un libro de amor,
pero sus páginas
están abiertas para los que sufren,
para los ilegales,
para los desterrados,
para esos cuyo único problema
es que no tienen nada que sumar.
Les ofrezco mi voz para que nunca olviden
que ningún muro se alza ni se derriba sólo,
que juntar los pedazos de las promesas rotas
no les va a rescatar de la mentira.
Aquí tienen mis manos.
...
Preciosa manera de decir.
Gracias de nuevo Mariola por tus sentidas palabras.
Un abrazo
Muchas gracias Julio David por esas palabras que me emocionan, me alegro que te haya gustado.
ResponderEliminarCon frecuencia, en los talleres literarios se insiste en que es importante mostrar lo que sienten los protagonistas y no contarlo desde la voz del narrador, si he conseguido hacerte sentir lo que siente René me doy por muy satisfecha, gracias por decírmelo, son estas cosas las que me ayudan en intentar mejorar la manera de escribir.
Un saludo
Un relato dulce y tierno. Muy bonito.
ResponderEliminarEs emocionante.
Un abrazo
Muchas gracias Amalia por esas palabras.
EliminarEl amor siempre nos hace tiernos, incluso el pobre René, endurecido por ese malvivir en la calle, saca su lado más dulce, recupera palabras pérdidas y por momentos se siente bien porque se ha enamorado.
Me alegra que te haya gustado.
Un abrazo
que bonito como escribes.
ResponderEliminarsaludos
Muchísimas gracias Karim por esas palabras.
EliminarMe alegra que te haya gustado.
Un saludo
He leído este texto enternecedor. La historia de René, de lo que piensa y siente. Porque él es el personaje principal, por el que uno inevitablemente toma partido, ese ser marginal al que uno imagina alienado porque termina compartiendo su soledad con esa dama imposible, solitaria, bloqueada por cadenas, sin techo donde guarecerse. Esa dama que no lo juzga, alguien que le puede escuchar. Es una historia conmovedora. Triste pero llena de ternura, contada desde ese lugar. Un imaginativo trabajo digno de elogio. Felicitaciones Conxita. Te mando un gran saludo.
ResponderEliminarAriel
Me alegra que te haya gustado la historia de René y ser capaz de provocar la ternura que a mi me inspiraba el personaje, ese ser solitario, al que todos le dan la espalda y que únicamente se siente bien en compañía de un objeto inanimado que no lo juzga y al que puede darle todo ese amor que siente dentro.
EliminarEs triste que a veces solo se vea el exterior de las personas, y que no seamos capaces de ver a aquellos que no tienen nuestra suerte, hay muchos Renés por nuestras ciudades.
Gracias por tu comentario que agradezco enormemente.
Feliz semana