Era una tarde fría de invierno, la
mujer abrió la puerta de su apartamento y al entrar vio la luz parpadeante que
le indicaba que tenía mensajes. Mientras se despojaba del abrigo, los escuchó.
Sonrío al oír la voz de Laura pidiéndole que la llamara, a continuación a su
madre y un sobre certificado que tenía que recoger y el tercer mensaje…Una voz masculina que susurraba de
una forma muy desagradable; sus palabras la hicieron estremecer:
—Te he encontrado y ahora…vas a pagar lo que hiciste conmigo.
Marina apagó de golpe el contestador como si así lo
hiciera desaparecer y se dirigió apresurada a la puerta de entrada para
asegurarse que estaba bien cerrada, pasó a continuación el baldón de seguridad
mientras se recostaba en la puerta intentando tranquilizarse. ¿Qué significaba
ese mensaje? ¿Quién la quería asustar? ¿Por qué? Se dirigió a su habitación
mientras se repetía que era una broma de muy mal gusto de algún imbécil que
quería jugar.
El timbre del teléfono la
sobresaltó. Se acercó, lenta, reprimiendo sus ganas de cogerlo y después del tercer
tono, se oyó el mensaje.
—Sé dónde vives. Me hiciste daño,
vas a llorar.
Era la misma horrible voz, estaba
aterrada, aquello sobrepasaba en mucho lo que sería una broma, aunque no quería
asustarse, lo estaba.
De nuevo el teléfono sonó y aunque inquieta, esta vez lo descolgó.
—¿Diga?
Su respuesta enérgica, intentando
esconder el miedo, dejó desconcertado a quien llamaba que tardó unos segundos
en contestar, mientras ella, sin tregua, exigía una respuesta.
—¡¿Quién eres?! ¡Contesta de una
vez! ¡Venga, contesta!
—Hola Marina…
La mujer notó como se le erizaba el
vello, quien estuviera haciendo aquello la conocía, tragó saliva intentando
recuperar la voz.
—¿Quién eres?—sin percatarse la
exigencia en su voz—¿Qué es lo que quieres?
—Claro…—la voz ronca soltó una
carcajada desprovista de alegría—¡Cómo ibas a saber quién soy!
La chica se percató al instante que
era un error no reconocerlo. ¡Encima ese chalado se había ofendido!
—Perdóname…
¿De qué nos conocemos?
—Claro Marina—hizo una breve pausa
consciente del efecto qué quería causar—me conoces, claro que me conoces, no me veías—Marina notó sus dientes
rechinando mientras lo decía—, pero
yo me sentaba a tu lado, en segundo de bachillerato.
El corazón de ella palpitaba a toda
velocidad, su mano temblorosa seguía aferrada al teléfono con tanta fuerza que sus nudillos estaban casi blancos, buscaba entre sus recuerdos de la ya lejana vida escolar.
«Segundo de bachillerato. Se sentaba
en la última fila de la clase, una larga hilera con capacidad para unos diez
alumnos que solo ocupaban cinco o seis. ¿Quiénes eran?» Se esforzó por traerlos
a su memoria.
—¿Ahora me recuerdas?—La voz oscura
se impacientaba, Marina sintió miedo, era difícil no notar el ¿odio? En su voz,
pero ¿por qué? No lo entendía.
—Venga sigue…Vas bien.
Marina cerró los ojos en su esfuerzo
por recordar y casi sintió alivio al encontrarlos.
—Eres Lorenzo Martin o Pedro Jimeno,
¿es eso?
Sus ojos sorprendidos,
intentando recordar las caras de aquellos que podían estar detrás de esa voz.
—¡Bingo guapa!—El sarcasmo y la
ironía por igual en la voz de él la desengañaron, no había cambiado nada, él no quería ser más amable—, parece que no nos hemos olvidado de todo. He
tardado años en encontrarte…
El hombre parecía escupir las
palabras, temblando de indignación, a duras penas podía hablar.
—Soy Lorenzo, me sentaba a tu lado y
tú…—alzó la voz—Tú me ninguneabas, no sabías ni que existía, ni me mirabas…
Mientras se extinguía su voz, sus
palabras iban haciendo mella en el miedo de ella. Recordaba a Martín y a
Jimeno, eran dos de los empollones del curso, sus matrículas de honor no les
proporcionaban muchos amigos, eran indiferentes para todos y para ella, unos
compañeros más que se sentaban en su misma fila.
—Estás muy guapa Marina…—La voz
parecía querer acariciarla—Me gusta como llevas el pelo, así largo te queda muy
bien.
La mujer se estremeció, ¿cómo lo
sabía? Sin hacer ruido, se acercó a bajar las persianas. Lentamente, que no
oyera nada. ¿La estaba viendo? De nuevo, sintió el miedo en todo su cuerpo, sólo
quería colgar ¿Qué le pasaba a ese tipo? ¡Estaba mal de la cabeza! Hacía siglos
que no sabía nada de él, desde que acabaron en el instituto. ¿Por qué la estaba
asustando, qué le pasaba?
Pero a pesar de querer hacerlo, no
se atrevía a colgarle, estaba sola y no sabía dónde estaba ese tipo, si cerca o
lejos de su casa. Oyó su voz, ahora monótona, explicándole que hacía un par de
años había intentado suicidarse, lo contaba sin emoción.
—Lo siento…no sabía nada—. Marina se
obligó a decir algo pero tampoco fue acertado, porque él subió el tono de su
voz.
—Claro, ¿A ti que te iba a importar?
Yo—ahora parecía susurrar y era casi como si llorara—estaba enamorado de ti—volvió a levantarla— ¿por qué no me hiciste caso? Me ignorabas…Yo te ayudaba—ahora
su voz bajó hasta parecer un gemido—y tú… —volvió la ira—Nunca te interesabas
por mí.
Marina estaba agotada ante aquella
avalancha de emociones. El hombre seguía hablando, sin ningún equilibrio ni en
su tono ni en el contenido de sus palabras. Tan pronto le contaba entre llantos
que su novia lo había dejado, como se reía a carcajadas histriónicas contándole
el encuentro, ayer mismo, con su amiga Laura y que ella, amablemente, le había
dado su teléfono para que la saludara.
A Marina se le heló la sangre al
escuchar su risa enferma, su odio y rabia.
«¿Por qué? »
A ratos, lo oía gimotear mientras la
culpaba de todo lo malo que le había pasado en su vida, esa relación fracasada a
la que no quería porque no era ella, sus palabras de repente parecían
acariciarla como la castigaban, mientras Marina, paralizada, no sabía cómo
detener aquella locura.
—Lo siento—se atrevió a decir con
suavidad intentando calmarlo—, siento el daño que te causé sin saberlo…—Tragó
saliva—espero que me puedas
perdonar...
Lorenzo, en lugar de aplacarse empezó
a gritar aún más furioso, insultándola.
—Yo te quería…cabrona, cabrona de mierda, seguro que tú has sido feliz… ¡Yo
no! Por tu culpa hija de puta mi vida ha sido una gran mierda.
Marina sollozaba intentando no hacer
ruido mientras lo oía gimotear y resonaban en sus oídos la agresividad de sus
insultos.
Ahora lloraba y de repente…la
sorprendió su carcajada sarcástica y maliciosa, fuera de lugar.
—¿Estás asustada Marina?
A ella se le erizó el vello ante ese
odio tranquilo, ese disfrutar que notaba en su voz, él siguió hablando:
Sus risas enfermas la herían, se
sentía tan vulnerable ante ese loco que un día conoció. Aguantó los
sollozos, no quería alertarlo de su fragilidad, de lo aterrorizada que estaba
para que no le diera aún más alas, en silencio, temblaba y respiraba ansiosa,
mientras pensaba que podía hacer, estaba sola.
Y cuando menos lo esperaba, él se
desinfló como un globo sin aire y antes de que se diera cuenta ya había cortado
la llamada.
En ese momento, Marina aun agarrada
al teléfono se dejó caer al suelo, enrollándose en un ovillo, mientras toda la
tensión acumulada explotaba y su cuerpo se agitaba bajo los sollozos. ¿Quién era
ese hombre? ¿Qué quería de ella?
Cuando consiguió calmarse, llamó a su amiga, para contarle la pesadilla que acababa de vivir.
—No, Laura no hace falta que vengas—.
Suspiró al notar el agobio de ella en el que se reconocía aunque no quería
admitirlo— De verdad, no es tu culpa, no, no podías saber que el tío estaba
loco…—Su amiga protestaba—No guapa, no se puede reconocer la locura, era
imposible pensar que estaba como una cabra.
—Lo siento tanto Marina, me ha
pedido tu teléfono y no he pensado…
—Ya está, no te preocupes, no podías
saber qué pasaría esto, ahora me siento mejor, me he asustado tanto…Está loco,
completamente loco.
—¿Y si sigue? Se ha pillado por algo que solo vivió en su mente, es imposible que entienda la
realidad.
Ambas mujeres temblaron al pensar en
esa posibilidad que Marina quiso descartar de inmediato.
—Ni un pensamiento más, no permitiré que me asuste. Es imposible entender sus razones para los que estamos cuerdos.
Consiguió despedirse de su amiga y
al final fue ella la que tuvo que tranquilizar la culpa de la otra, pero a
pesar de todo lo que quiso transmitir fue una larga noche en la que apenas
consiguió dormirse y también lo fue el día siguiente, un día muy largo en el
que todas las esquinas eran amenazadoras y cualquier persona que se le acercaba
la sobresaltaba, Ya nada era como el día anterior, su mundo tranquilo había saltado
en pedazos por culpa de un desconocido.
Pero, poco a poco la tensión aflojó,
no vio nada anormal, no hubo más llamadas ni ningún extraño cerca.
Por la tarde después del trabajo fue
a recoger el sobre certificado a casa de su madre y al abrirlo…
«Voy a estar siempre ahí…Vigilándote…»
Se quedó blanca mientras su madre la miraba asustada, sin pronunciar palabra cogió el teléfono, le temblaban tanto las manos que se equivocó un par de veces, pero al final lo consiguió.
—Policía dígame…
Marina miró ahora calmada a su
madre, no iba a darle ninguna oportunidad a aquel tipo de asustarla, aquello se había
acabado allí, lo iba a parar ya.
—Quiero denunciar un acoso…
foto de Muntsa López
Ay, que ver qué rencorosos son algunos. Cierto es que todos hemos fantaseado alguna vez con vengarnos de quien nos ignora, pero esto ya es un caso patológico. No se puede ir culpando a los demás de nuestra frustraciones.
ResponderEliminarUn saludo.
Tienes razón Lorena que el rencor de algunos no se apaga con los años, este tipo vivía obsesionado con una ofensas que solo parecían existir en su mente y que culpaba de todos sus males, sin darse cuenta de que era probablemente él con su actitud el que las provocaba.
EliminarMuchas gracias por comentar.
Un saludo
Hay gente enferma en todos lados. Andá a saber los problemas psicológicos que tendría este tipo en su vida que, sumado a lo que le hacían Marina y los otros compañeros en la escuela, terminó explotando algo en su interior para actuar así.
ResponderEliminarDesconocido, pero no tanto.
Saludos.
Es cierto que hay gente enferma en todas partes y para algunos, no es necesario que pase de verdad, lo imaginan y lo viven como si fuera cierto. A saber qué ofensas él vivió que incidieron tanto en su vida, todos hemos recibido "calabazas", se asumen y a otra cosa mariposa.
EliminarLa persona que Marina conoció no era el que la aterroriza y disfruta con su temor, son esos desconocidos los que más asustan porque un día fueron conocidos.
Muchas gracias por pasarte.
Un saludo
La verdad es que como un tipo así caiga en la vida de alguien, le puede mas que amargar... Lo que ha hecho es lo mejor que puede hacer. Denunciar. Pero tambien estar vigilante, ya que por desgracia la solo denuncia no basta. Es cosa sabida.
ResponderEliminarUn abrazo, amiga
Gracias Ildefonso por leerlo y comentar.
EliminarEstoy de acuerdo contigo que estos tipos pueden amargar la existencia de cualquiera que tenga la mala suerte de cruzarse con ellos. Son personas que viven obsesionadas por ofensas que solo existen en sus mentes.
Estas situaciones se tienen que parar desde el principio, vigilar pero sobre todo no tolerar ningún tipo de amenaza.
Un saludo y feliz domingo
Hay personas que tienen un problema psicológico importante y que no son capaces de ver en si mismos, pero descargan su impotencia en todos los que tienen a su alrededor.
ResponderEliminarBesos
Y tanto Ilesin, hay personas que se dedican a buscar las culpas en lo ajeno antes que percatarse que el problema lo tienen ellos mismos. Eso es un problema para aquellos que están cerca.
EliminarUn saludo
Uf, estremecedor. He pasado miedo y cuando él la describe me ha recordado algo muy desagradable que viví.
ResponderEliminarMuchos besos, Conxita.
sí, Celia desgraciadamente por el mal rollo que generan y el terror que pueden provocar, son situaciones más frecuentes de lo que uno espera, esa obsesión con una persona que "no nos ha hecho caso" y que acaban convirtiendo algo que solo ha pasado en sus mentes, en una realidad que pasa.
EliminarEsos conocidos que son realmente unos desconocidos, esas afrentas que nunca han existido. Lo importante es pararlo desde el principio.
Un saludo y feliz domingo
Uf, si nos pidieran cuentas de todo lo que hicimos o nos han hecho en el pasado sería un sinvivir. Tanto cada uno de nosotros como los demás, seguro que cometimos injusticias, queriendo o involuntarias, con compañeros u otras personas. El olvido es un limpiador necesario, y si no se puede olvidar es preciso racionalizar para que no haga daño. Intrigante relato, Conxita. Buen día.
ResponderEliminarGracias Ángeles por tu comentario.
EliminarEstoy contigo en que no se puede vivir con una lista de rencillas pendientes, eso es terrible. Las cosas pasan y no siempre como queremos, pero como tú bien dices el olvido es un buen limpiador (me ha gustado esta metáfora), se olvida y se sigue viviendo y aquello que un día ocasionó tanto dolor, fuera real o imaginado, pasa. Y sí, deja de herir porque el olvido hace que todo deje de existir, lo que no se recuerda no daña.
Me alegra que te haya parecido intrigante.
Un saludo y feliz domingo también para ti.
He leído tu relato con cierta aprensión hacia ese tipo malhadado y psicologicamente trastornado. no se si el odio se podría considerar como una enfermedad, pero este personaje lo que demuestra es ser un inmaduro patológico incapaz de asumir sus propios fracasos y culpabilizando de ellos a personas que tan solo pasaron por su entorno.
ResponderEliminarTristemente el final de la historia es el más lógico: una denuncia, pero el menos contundente.
Yo personalmente me armaría con un spray de pimienta por si tuviéramos un encuentro accidental.O un amigo fornido al que poder acudir en caso de emergencia. De rositas no se iba a ir desde luego.
Te felicito, has creado desazón e intriga.
Besos
Hola Francisco,
EliminarPues si el tipo es alguien enfermo de resentimiento, un incapaz y como bien dices no sabe asumir sus propios fracasos y sí, culpabilizar a otros, obsesionado por devolver unas ofensas que solo pasaron en su mente porque no consiguió lo que quería.
Tienes razón en que, igual, ella tiene que ser aún más contundente y armarse de ese spray como dices, pero creo que Marina confía en que con la intervención de la policía, el tipo se olvide de ella.
Gracias como siempre por tus amables palabras.
Un beso
(Muy bueno el libro de ejercicios, gracias.)
Es difícil ponerse en el papel de una persona acosada cuando uno no lo ha sido. Pero la locura, que de niño se desconoce, se va descubriendo a lo largo de la vida y, contra, ella es imposible protegerse del todo.
ResponderEliminarMe ha gustado tu relato.
Saludos.
Gracias Soros, me alegra que te haya gustado.
EliminarLa locura es difícil de adivinar excepto cuando es muy evidente, esos resentimientos que quedan enquistados y que en un momento dado, explotan para hacer daño, es cuesta de entender para aquellos que nunca lo han pensado.
El hombre del relato ha vivido obsesionado por unas ofensas que solo pasaron en su mente, afortunadamente la protagonista no está dispuesta a soportar su locura ni un minuto más y eso es lo adecuado, no tolerar ni un segundo este tipo de actitudes.
Un saludo
Odio a esta gente de mierda, no tienen ningún derecho a sentirse como se sienten y menos a culpar a otros de sus paranoias. Me alegro de que la historia termine con una llamada a la policía, que es como deberían terminar siempre estas cosas.
ResponderEliminarEstoy contigo Holden en que no se debe pasar ni una de estas actitudes, nunca. Denunciarlas y protegerse, nadie tiene derecho a culpar a otros como bien dices, nadie y menos cargarlos con el miedo y el terror de sentirse vulnerables.
EliminarHay personas que pasan por la vida culpando a otros de sus errores y no se dan cuenta de su incapacidad de disfrutar de la vida.
Un saludo y feliz domingo
Chiflados hay en todas partes y la pobre Marina tuvo la mala suerte de tener a uno en su clase en el instituto. Por mucho que el susodicho intente culpabilizar a Marina, ella no es responsable de nada puesto que para una mente enferma cualquier gesto baladí puede resultar una imperdonable afrenta.
ResponderEliminarEspeluznante relato, Conxita, transmite muy bien el miedo que siente la protagonista ante esa velada amenaza que se palpa cercana.
Un beso.
Como dices, cualquier gesto, cualquier detalle por pequeño que sea, puede hacer que una persona enferma lo magnifique y lo viva como una ofensa. No hay más, por tanto es importante no ceder ante el miedo, no permitir que esto se cronifique ni dejarlo pasar. No son juegos y por tanto no se deben permitir.
EliminarMe alegra haber sido capaz de transmitir el miedo de la protagonista y ese agobio que la persigue.
Un beso.
Un relato de película de terror. Me estaba poniendo en la piel de la pobre Marina mientras hablaba con el loco por teléfono y se me erizaba el pelo. Has terminado el relato con una postura muy valiente por parte de ella, pero creo, puede que por todas las películas que he visto, que no siempre es la solución. Aunque mejor eso que esconderse como un alma atormentada.
ResponderEliminarUn beso Conxita, Muy buen relato.
Pues tienes razón Rosa en que es terrorífico ponerse en el lugar de Marina, un loco que aparece de repente y que quiere vengarse por ofensas desconocidas.
EliminarCreo que es importante no dejarse acobardar por este tipo de personajes que buscan aterrorizar y que cuando más disfrutan es cuando sienten el miedo del otro.
La postura de Marina es valiente, como tiene que ser, decidida a no permitir ni un instante más ese maltrato por parte de ese tipo, aunque es cierto que igual, visto lo que pasa, ella haría bien aparte de denunciar en ser precavida, más vale prevenir que curar dice la sabiduría popular.
Me alegra que te haya gustado.
Un beso
Chelo
ResponderEliminar14:47 (fa 6 hores)
¡Hola Conxita! me has dejado helada imaginando la situación que tan perfectamente has narrado. Cuando 'el pasado' vuelve y de manera odiosa y amenazante, desde luego que lo mejor es pedir ayuda.
Con tu relato he revivido (sin molestarme en absoluto, que lo sepas) una historia parecida pero sin maldad (por decir algo), pues estuve recibiendo llamadas 'perdidas' de un número desconocido durante muuuuuucho tiempo. Eran solo llamadas perdidas pero, evidentemente, me crispaban. No pude hacer nada, pues al proceder de número desconocido la compañía telefónica no podía identificarla, y a mí no me dio la gana cambiar mi número.
Con el tiempo supe que eran de un "ex", y es que hay personas que no aceptan finales o, como en el caso de Marina, pasar desapercibidos a los ojos de otros. Creo que es porque tienen algún 'cortocircuito' en sus cabezas.
Me ha encantado, como siempre, lo bien que escribes y describes situaciones y sensaciones.
Un besazo, y feliz tarde de domingo.
Publicado por Chelo para Enredando con las letras a las 12 de junio de 2016, 14:47
Chelo,
EliminarNo sé qué ha pasado con tu comentario y mi respuesta que se ha borrado. Algo he tocado que me lo he "cargado", así que lo he vuelto a copiar desde la bandeja de entrada.
Te agradezco tu generosidad al compartir tu experiencia. Este tipo de situaciones suelen ser más habituales de lo que pensamos y pasan a muchas personas pero no se cuenta.
Esas conductas para molestar, para controlar, para poner nerviosa a la otra persona son una bajeza, esos silencios, esas llamadas perdidas, esas amenazas, respiraciones o insultos son terribles y responden a personas que no entienden que "no es no", que las cosas no siempre son como uno querría, que las otras personas pueden decidir no querernos y no se deben permitir, ante la más mínima sospecha, se debe cortar de raíz y no permitir que jueguen con la vulnerabilidad y el miedo.
Siempre tan amable con tus comentarios.
Un beso y feliz semana
Y disculpa por mi problema con tu comentario.
No hay nada que disculpar, Conxita. En todo caso, gracias a ti por recuperarlo y, sobre todo, por contar historias que, aunque ficticias, son más 'reales' de lo que creemos. De ahí que no no me haya importado compartir esa experiencia mía.
ResponderEliminarNo entré en detalles, pero harta ya me puse un contestador que saltaba al primer tono para que así, al menos, se gastara en llamadas, y te puedo decir que gastó y gastó. Eso era lo de menos, se ve.
¡Más besos!
No tengo ni idea de qué he hecho y ha desaparecido tu comentario y la respuesta, pero lo he podido recuperar. Ya sabes que me falta mucho por aprender con esto de blogger.
EliminarPues sí tu experiencia, tal y como comentaba, es más habitual de lo que pensamos.
Menos mal que tú supiste solucionarlo, que no consiguiera que modificaras tu vida y que al menos la "estupidez" le costara.
Bien hecho. Hay tipos que no aprenden.
Un beso
Hola!!!! Qué bien lo has escrito, hay mucha gente que acusa a otros de sus propias frustraciones, y pueden llegar a unas situaciones de acoso extremo.
ResponderEliminarUn beso y me ha gustado mucho.
Gracias Gema, me alegra que te haya gustado.
EliminarEs cierto que son situaciones mucho más frecuentes de lo que pensamos, porque las personas que las padecen, las callan y no las denuncian. Se trata de no tolerar ningún tipo de acoso.
Y alejarse de aquellas personas que solo proyectan y culpan a los demás de sus propias inseguridades y frustraciones.
Un beso
Menudo pirado con buena memoria, qué miedo. Has conseguido con tu forma de narrar, Conxita, que me pusiera en lugar de la protagonista. Y te aseguro que he sentido su agobio y su pánico. Cuando alguien no razona de forma normal y está dolido, justa o injustamente, cualquier cosa puede pasar. Creo que la decisión de ella fue la acertada: pedir ayuda y no dejarse comer el terreno por un loco.
ResponderEliminarMuy bueno, has transmitido a la perfección la tensión, me ha gustado mucho.
¡Un abrazo grande y feliz comienzo de semana!
Gracias Julia, a pesar de ser unas sensaciones terribles, como escritora me alegro de haber sido capaz de hacerte sentir el agobio de la protagonista.
EliminarEl tipo está obsesionado y durante años ha recreado unas ofensas que solo han pasado en su mente, nada de lo que ella diga le hará cambiar porque su realidad está distorsionada, con estas personas es difícil razonar como tú dices porque nada sigue los mismos parámetros, lo importante es protegerse y no dejar que él la atemorice ni decida cómo ha de vivir ella su vida.
Un beso también para ti y buena semana
Realmente, un personaje como este, posiblemente un sociópata o un reprimido rencoroso puede ser muy peligroso. Debe haber ido acumulando mucho odio. Puede ser una situación muy complicada. Es de esperar que la policía haga su trabajo correctamente.
ResponderEliminarUn relato cargado de tensión.
Un abrazo.
Josep Ma cualquier obsesión por pequeña que sea, acaba provocando dificultades, cuando el objeto de la obsesión es otra persona puede generar una situación de acoso hacía la otra persona y entonces es un auténtico problema y generar situaciones muy, muy complicadas como tú dices.
EliminarEste tipo disfruta haciéndole sentir miedo, jugando con su vulnerabilidad y quiere convertir su vida en una pesadilla, pero ella no se deja acobardar y toma sus decisiones. Con personajes así es lo que se debe hacer.
Muchas gracias por tu comentario.
Feliz semana
Me gusta como lo cuentas y me gusta como lo acabas.
ResponderEliminarBien por no dejar que el miedo atenace. Bien por buscar la solución mas lógica.
Las mentes trastocadas no entienden de realidades. La culpa de lo que les pasa siempre la tienen otros.
Y de repente solo saben focalizar en algo negativo y no saben salir de la espiral de repeticiones sobre el mismo tema.
La reacción de ella, la adecuada. Pero nadie le quita la angustia de sentirse acosada sin saber por quien o el motivo. Y al saberlo casi peor.
Gracias Guille, me alegra que te guste como lo he contado.
EliminarComo bien dices con tipos así no se debe dejar ni un resquicio para el terror y ella toma una decisión muy acertada, seguro que sabe que todos le recomendarían que lo hiciera.
Una mente enferma no atiende a razones, solo odia y quiere vengarse de ofensas que él ha vivido, aunque solo sea en su mente.
Estoy contigo en que hay personas que solo se focalizan en lo negativo, en lo que no tienen en lugar de dejar atrás esas vivencias y aprender a vivir de otras maneras más maduras, no siempre se consigue todo lo que uno quiere.
Este tipo de situaciones son terribles porque provocan mucha inseguridad a las personas que las sufren, estoy contigo que el terror que el tipo consigue hacerle pasar. no se lo quita nadie, sobre todo porque es irracional y eso siempre da mucho miedo.
Un beso
Hola Conxita!
ResponderEliminarhay gente que no sabe pasar página y que culpa a los demás de sus desdichas y frustraciones. Nada más vil que acosar a alguien. Lo mejor es siempre llamar a la policía porque esta gente está enferma.
Muy bueno tu relato.
Besos
Hola Erika,
EliminarTienes razón en que desgraciadamente para los que deben vivir con ellos que hay personas que culpan a los otros de todo lo que les pasa y con las que es difícil razonar. De ahí a acosar a otra persona va un mundo, pero algunos no conocen dónde están los límites, y como no los conocen, lo mejor es pararlos cuanto antes, no dejar pasar nada.
Me alegra que te haya gustado, gracias por pasarte.
Un saludo
Con la denuncia, es decir, con el final del relato, se abre la posibilidad de otro relato: qué pasó a partir de ese momento. Y podría ser aún más escalofriante.
ResponderEliminarPero mejor nos quedamos con este final, no? :)
Un saludo.
Gracias Ángeles por tu comentario.
EliminarEs cierto que podría haber una segunda parte y que podría ser escalofriante si el tipo decidiera seguir...pero sí, yo casi me quedo con que acabe bien.
La pobre chica ha descubierto que nadie es del todo inofensivo con sus conductas porque aunque la mayor parte de las personas olvidan esas ofensas,reales o inventadas, algunas mentes enfermas las conservan, las mantienen y alimentan para seguir culpando de sus desgracias a todos menos a ellos mismos.
Hay bastantes personas que van por el mundo cargando a otros de sus culpas, aunque afortunadamente no llegan al acoso.
Un saludo
Has creado muy bien esa atmósfera opresiva y amenazante; vaya, que da un poco de miedo, al menos en personas aprensivas como yo que al leer se ponen fácilmente en el lugar del protagonista. Gente así no es abundante, pero la hay y es tan dañina...
ResponderEliminarEl relato concluye con la llamada de Marina, pero seguro que para Marina los problemas no acaban sino de comenzar.
Saludos.
Gracias Gerardo.
EliminarMe alegra haber sido capaz de transmitir esas sensaciones con mis letras y que tu empatía haya puesto el resto.
Confío en que la protagonista haya acabado de raíz con ese acoso y que el tipo, que es un cobarde, la deje tranquila. Como dices, este tipo de gente no abunda, pero algún caso existe y quizás pasa con más frecuencia de la que nos gustaría.
Un saludo
Lo más triste de todo es que estas personas capaces de destrozarte la vida viven ellas mismas en un mar de dolor del que no saben salir. Como no reconocen el origen de su mal (su enfermedad mental), culpabilizan a otros y viven atormentados por delirios que para ellos son reales. En el fondo, son dignos de compasión. Un beso, Conxita
ResponderEliminarEs cierto Ana que estas personas viven torturadas en ese dolor que ellas mismas se generan, viendo ofensas donde no las hay y en lugar de vivir el mundo con una sonrisa, solo buscan y provocan sombras. Pero para aquellos a los que dañan, resulta complicado verlos como lo que son, enfermos mentales incapaces de vivir la vida.
EliminarUn beso
El acoso. Y pensar que viene de alguien como nosotros. De alguien de nuestra especie. Una vida que entra en una dimensión en la que no puede imaginar lo que llegará a sentir.
ResponderEliminarMuy conseguido.
Lo peor Ignacio es que viene de personas que no lo esperas, en este caso de un ex compañero escolar que quiere hacer pagar por unas ofensas ocurridas solo en su mente. Triste y enfermizo, ese achacar las culpas a otros en lugar de ver qué es lo que uno mismo provoca. Lo que hacemos, genera reacciones en otros, por tanto mejor vivir en positivo o parafraseando a Mafalda, "comienza tu día con una sonrisa, y verás lo diverdido que es ir por ahí desentonando con todo el mundo".
EliminarGracias por tus palabras.
Un saludo
Me ha gustado cómo has hilado el principio con el final en ese sobre certificado sin abrir. El terror ya estaba allí, instalado en la vida de Marina, sólo que ella aún no lo sabía. Muy lograda esa conversación telefónica donde la personalidad del psicópata se va abriendo a nosotros. No es fácil de conseguir un efecto realista, pero tú lo has hecho muy bien. La visión de un enfermo que introduce a la acosada en su propia paranoia, convirtiéndola no ya en la víctima, sino en la culpable de su propia situación. Marina no sólo se siente acosada por un ser terrible capaz de cualquier cosa sino, inconscientemente, culpable de la existencia de ese mismo monstruo. Una doble tortura que nos has mostrado con gran acierto. Marina ha sido muy valiente, porque ha enfrentado su propio terror, y ese es el primer paso para vencer al que viene de fuera.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu relato Conxita
Besos
Gracias Isidoro, sí el terror ya estaba antes de lo que ella imaginaba, aquellos que se dedican a acosar tienen mucho tiempo para planificar las pesadillas en las que convierten las vidas de otros.
EliminarÉl, como bien has notado Isidoro, como buen acosador consigue que ella se sienta culpable por esas ofensas imaginarias que le ha causado, por no haber hecho lo que él querría, ese es su poder: aterrorizarla, tanto que ella deje de pensar y que en su miedo se someta.
Afortunadamente, la protagonista consigue salir de la parálisis del miedo para decir basta y ese es su principal valor, no permitir que nadie la haga sentir mal y a partir de ahí poner los límites necesarios para evitar esas situaciones.
Gracias por tus palabras que agradezco mucho.
Un abrazo
Hola Conxita.
ResponderEliminarUn relato en el que has logrado una tensión in crescendo, en la mejor tradición del thriller psicológico.
Tus historias siempre dan qué pensar... La falta de autoestima puede desembocar en un comportamiento violento.
Cuídate amiga:)
Gracias Paco por tu visita y comentario.
EliminarMe alegra haber sido capaz de crear esa tensión que vivía la pobre protagonista acosada por unas ofensas pasadas que siguen vivas en la mente del acosador.
Un "amigo", un vecino, un conocido...una persona cualquiera que vive a nuestro alrededor, en la que a veces ni reparamos y a la que estamos ofendiendo, en la mayor parte de los casos no pasa nada, todo se supera pero en personas con baja autoestima y personalidades inseguras eso puede convertirse en algo que da un sentido a sus pobres vidas, y sí, puede desembocar en un comportamiento violento. Desgraciadamente, eso está presente en muchos acosadores.
Un saludo y cuídate tú también.
Feliz jueves
Un gran relato de suspense con todos los ingredientes para que nos toque la fibra sensible, además de abordar un tema desgraciadamente real como la vida misma, el acoso y para colmo de males a través de un loco obsesivo, digamos un tipo esquizofrénico muy peligroso. Sufrir una experiencia de este estilo no se la deseo ni a mi peor enemigo.
ResponderEliminarSaludos
Gracias Estrella por leerlo y compartir.
EliminarEl acoso es algo que como tu dices tan real como la vida misma, hay muchos tipos de acoso y ninguno es positivo.
Es una experiencia terrorífica para las personas que los sufren porque no se puede razonar con alguien que está fuera de cualquier realidad. En esos casos, lo mejor es poner barreras y protegerse.
Un beso
Un ejemplo del daño psíquico que pueden hacer estos desequilibrados y de lo que hay que hacer para terminar con ellos.
ResponderEliminarBuen relato.
Saludos.
Tienes razón Macondo que este tipo de personas pueden convertir la vida de otras personas en una auténtica pesadilla. No dejar pasar ni una de estas situaciones, no hará que dejen de existir pero se trata de ponerles las cosas más difíciles. De hecho, disfrutan causando el terror de aquellos a los que acosan.
EliminarGracias por tus palabras.
Un saludo y feliz fin de semana
Te he encontrado Conxita y ahora.... vas a pagar lo que hiciste conmigo.
ResponderEliminarQue es broma amiga...., soy Manuel, jeje.
Me has tenido en ascuas de principio a fin, con este estremecedor relato. Madre de Dios, cuanto loco suelto hay por ahí.
Muy bien narrado, y aunque me ha dado yuyu, me ha gustado mucho.
Un abrazo.
Hola Manuel, espero que ¡¡¡nooooooo!!! Vaya horror hacer pasar a alguien por una situación similar, terribles esas obsesiones que se vuelven una pesadilla para aquellos que son víctimas de ellas.
EliminarAsí que me alegra que me hayas encontrado para leerme y saber qué te parecen mis letras. Gracias por pasarte.
Me alegra haberte provocado yuyu como tú dices porque quería transmitir el miedo de ella y esas sensaciones que hacen que uno deje de pensar de forma razonada, cosa que al final hace ella, que se percata que ni es culpable de nada ni tiene que tolerar ni una ofensa más.
Un saludo
Que buen relato Conxita, en tensión todo el tiempo. Como una cabra no, como un rebaño está ese hombre y lo mal que lo ha pasado la pobre por las ideas absurdas que se le metieron en la cabeza a ese chico en segundo de bachiller. Que horror.
ResponderEliminarLo malo es que existen tipos así, o incluso peores. Lo bueno la decisión de Marina de denunciar el acoso, ojala muchas tomaran su ejemplo. Lo mejor un relato magistral de Conxita Casamitjana que pone los vellos de punta.
Un saludo.
Gracias Mariola por tus palabras.
EliminarLo peor es que los hay enfermos, llenos de rencor que, en lugar de olvidar el tema, se recrean en ofensas inexistentes. Y desgraciadamente, existen y convierten las vidas de aquellos a los que acosan en una pesadilla.
Es complicado saber qué está pasando por una mente enferma, que transforma en ofensas situaciones normales con las que todos nos encontramos, unos olvidan y otros se recrean en culpar a los demás de sus problemas.
Y aunque Marina decide acabar con esa persecución, otras no tienen la misma suerte, por eso es fundamental no dejar pasar ni una de esas ofensas.
Me alegra, en este caso, haber conseguido transmitir ese miedo de Marina ante ese loco ofendido.
Un abrazo
Uff, cuánta tensión! Muy buen relato, da mucho que pensar. 1beso!
ResponderEliminarGracias Tizire por tus palabras.
EliminarNunca sabemos qué efecto tienen ni nuestras acciones ni nuestras palabras, la mayor parte de las veces no pasa nada, pero en alguna ocasión van a parar a mentes perturbadas que toman como ofensas, cosas que no son y contra eso, es difícil luchar porque es irracional. Afortunadamente, son los menos.
Un beso
Hola! genial relato, intenso y revelador, gracias por compartirlo !
ResponderEliminarAquí me quedo, te sigo!
Me gustaría que te pases por mi blog literario para ver qué te parece y si te gusta, sígueme :).
saludos nos leemos!!
Muchas gracias Kosmisch por tu visita y bienvenido al blog.
EliminarMe alegra que te haya gustado el relato.
Por supuesto, me pasaré a leerte.
Un saludo
Gracias por tu visita Julio David.
ResponderEliminarEso que dices es justo el peligro, quedarse atrapadas bajo toda esa porquería que los acosadores van vertiendo, escucharlos y que consigan aquello que buscan, convertirlas en culpables cuando no lo son, tener miedo y darles poder.
Tienes razón que poner límites nunca es fácil, pero se debe hacer y no dejar pasar ni una sola línea para evitar que vaya a más. Contarlo, denunciarlo y aunque no se quiera, estar alerta.
Un saludo para ti y feliz domingo
Ostras que miedo, me has puesto los pelos de punta con el relato. Está muy bien escrito y medido para contagiarnos esa sensación de acoso tan dañina.
ResponderEliminarUn abrazo!!
Muchas gracias U-topia.
EliminarHe intentado describir el miedo irracional que algunos son capaces de provocar así como lo poco que conocemos a las personas, incluso a aquellas con las que hemos compartimos espacios o situaciones.
Lo peor en estos casos es que consiguen que las personas acosadas se sientan mal por algo que no han hecho y eso es lo que les da poder. Es importante atreverse a decir basta.
Un saludo y feliz semana
Si algo tienen en común tus relatos es que desde que empiezo a leerlos siempre tengo curiosidad de seguir y seguir leyendo para ver a donde es capaz de llegar y de transportarnos jejeje. Me has transmitido tensión mientras lo leía. Está muy chula la idea de tu blog a mi me gusta mucho escribir también y me parece una buena idea. Un besito preciosa.
ResponderEliminarGracias Natalia por tus palabras tan amables, a mi me encanta ser capaz de provocarte esa curiosidad por saber cómo van a acabar mis relatos, gracias por decírmelo.
EliminarA mí me gusta contar historias y una vez, superé el miedo escénico de compartir lo que escribía, es algo con lo que disfruto muchísimo, así que si te gusta, es cuestión de empezar...Como dicen y estoy de acuerdo, a escribir se aprende, escribiendo.
Un beso guapa
Gracias a ti por tus palabras siempre he querido escribir y me animas mucho y aprendo de leerte mucho. Un besito etapa.
EliminarUn relato de una situación , por desgracia más común de lo que nos creemos, muy bien descrita, en la que el acoso por parte de un apersona que seguramente está considerada de lo más normal y buena gente, es capaz de hacer, en este caso por un aparente complejo de inferioridad. Lo he leído con el corazón en un puño y respirando al final, cuando la víctima es capaz de reaccionar con contundencia.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias por tu visita Alfred y tu comentario.
EliminarTal y como tú dices son situaciones mucho más frecuentes de lo que pensamos, gente aparentemente normal que esconde inseguridades y frustraciones que hace pagar a otros, que no tienen más culpa que haberse cruzado en su camino.
Mi protagonista decide no tolerar que ese tipo la haga vivir con miedo, ni pedir disculpas por algo que no ha hecho y esa es la actitud correcta para acabar con este tipo de situaciones y personajes que disfrutan generando el miedo en personas indefensas.
Un saludo y feliz domingo.
Brillante relato has hecho, Conchita. Has dibujado tan bien los miedos de Marina, el agobio, la sorpresa, lo has hecho con tanta naturalidad como lo has hecho con el acosador. Es de destacar la habilidad y la frescura que despliegas en los diálogos de esta historia, facilitando la lectura, haciendo que el texto corra fluido delante de los ojos del lector. Y, además, realizas una excelente labor con el dibujo del perfil psicológico del acosador, preciso, exacto, con todos los matices, como si tu fueses la verdadera Marina. Como valor agregado a este excelente relato puedo decirte que nos das una lección de moral, ya que no estás hablando de un hecho aislado, estás contando algo que padecen muchas mujeres. Magnífico trabajo Conxita, como ya han dicho muchos aquí. Te mando un afectuoso saludo.
ResponderEliminarAriel
Muchas gracias Ariel por la lectura del relato y tus encantadoras palabras que agradezco.
EliminarEsas ofensas que siendo o no reales se arrastran a lo largo de la vida impidiendo que se disfrute de todo lo bueno que hay por disfrutar.
Me alegra que te hayan parecido acertados los diálogos de los personajes y que se vislumbre el temor de una y la personalidad enferma del otro.
Un abrazo y gracias por tu visita