Amadeus

Me llaman Tas aunque mi nombre es Anastasia, lo sé suena un tanto pomposo pero acaso se puede ¿elegir el nombre? Mi madre sentía fascinación por la última de los Romanov.

La historia que quiero contar empezó con la fiesta sorpresa que me organizó mi pareja, un día cualquiera de un mes cualquiera para celebrar mis… Espero lector que me permitas obviarlo, soy coqueta y ese dato no aporta nada decisivo para esta historia.

Como buena fiesta sorpresa todos sabían lo de mi celebración excepto yo como homenajeada y algo que podría parecer obvio no lo es tanto cuando se vive en una pequeña ciudad en la que chismorrear es el deporte local y lo que no sabe, se inventa. Así que el evento se esperaba con expectación. ¿Por qué? Quizás porque Raúl mi pareja es un crack liando al personal, porque estábamos aburridos, porque a bebida y comida gratis nadie le hace ascos o porque Ramón y Luis son unos magníficos organizadores, lo que fuera pero había unas ganas bárbaras de juerga. Estaban convocados los de siempre y algunos otros que se añadieron en el último momento. 

Y sí la velada fue un éxito aunque acabó siendo lo de menos porque apareció Amadeus.

El primer mensaje nos llegó al día siguiente.

La Gran Anestesiada no decepcionó a nadie. 

Puchi y Pasado se superaron en su montaje. 

Aunque Tas era la homenajeada, María fue la protagonista. 

Yo no la vi pero todos me hablaron de ella.

El leguleyo me comentó que era pequeña y revoltosa. 

Las ninfas de blanco que era muy salada y de risa fácil. 

La gran sultana me aconsejó alejarme de sus lágrimas y a los marineros de agua dulce se les atragantó.

El caso es que su búsqueda me abrió mucho los ojos. En el camino vi mucho y poco claro. Algunos y algunas saben. Yo también.

¡Ay! Es curioso darse cuenta de cuántas vidas no son lo que parecen, ¿no creen?

Secretos, medias verdades y mentiras.

Os prometo que contaré lo que vi y que la verdad será la premisa de mi crónica.

¿Quién soy? ¡No importa!

¿Qué quiero? ¡Divertirme!

¿Cómo? ¡Cuando me apetezca!

Ladies and gentlemen permanezcan atentos a sus correos.

A sus pies hermosas damas y no menos bellos caballeros.

Amadeus

Aquella breve nota se publicó en el foro privado que habíamos creado para la fiesta y a toda velocidad se despertaron las ganas de averiguar quién era y de qué estaba hablando.

 «Chismorreos nuevos sin resolver».

Cualquier despiste de minutos hacía que te encontraras con una acumulación de mensajes. Todos parecíamos estar delante del ordenador. Curiosidad y risas incluso entre los que se reconocieron porque todos sabíamos de quién se hablaba.

Sería mentir si dijera que imaginaba lo que pasaría. Aún hoy me sorprendo al recordar lo que aquella breve nota despertó. ¿Qué nos pasó?  A mí me pareció un juego quizás un tanto malicioso pero en una ciudad de cotillas no era nada extraño que apareciera alguien así. ¿Amadeus podía imaginar lo que vendría? Quizás sí. Lo desconozco.

Así que cuando sonó el fijo de casa ya estaba un poco cansada de la historia. Antes silencié el móvil harta de tanto pitidos, mensajes y de tanta sesuda pseudo hipótesis. Me aburría, supongo que eso de las elucubraciones no me va mucho. Al descolgar me encontré con el leguleyo que nos sorprendió muy en su papel de letrado exigiendo saber quién era Amadeus. Os reconozco que pensé que bromeaba pero su tono y las palabras que usó me sacaron rápidamente del error. Nos acusó de tenerlo todo preparado y que Raúl se dejara de jueguecitos.

—¿Para qué?— Le pregunté pero no escuchaba. Estaba tan cabreado que le pasé el teléfono a Raúl. ¡Qué lo aguantara él! Nos amenazó con rastrear la IP si el tal Amadeus volvía a publicar una línea. Aquí hago un paréntesis para reconocerte lector mi ignorancia de lo que era la IP y que se rastreaba, desde luego se podía aunque él no lo consiguió.

—Se te ha ido la pinza— le dijo Raúl pero ya hablaba solo al teléfono.

Aún estábamos alucinando cuando volvió a sonar el teléfono. Esta vez era la Gran sultana, reconozco que Amadeus fue de lo más ingenioso con los motes elegidos, la que exigió a Raúl que acabara con esa broma y que se mantuviera muy calladito.

Las ninfas blancas también se apuntaron a la lista de los más cabreados y más tarde aumentaron las quejas los marineros de agua dulce. Desde luego Amadeus había hecho una entrada estelar, el enfado era generalizado.

Raúl y yo no podíamos creer lo qué estaba pasando. Todos sabíamos que por la fiesta habían corrido drogas pero eso también había pasado en otras que habíamos dado o a las que habíamos asistido. ¿Qué pasaba?

La última llamada digo la última porque descolgamos el teléfono, fue de Ramón (Puchi o Pasado), el administrador del blog que, como no podía ser de otra manera, también estaba cabreadísimo porque lo habían hasta amenazado por no decir quién se escondía detrás de Amadeus y aunque es un tipo imperturbable estaba de lo más rebotado. No dijo ni mú como le aconsejó su pareja y coorganizador de la fiesta Luis, Pasado o Puchi.

Nuestra casa se convirtió en el muro de las lamentaciones de todos los identificados. Algunos usaron la seducción, otros el compañerismo y alguno hasta el chantaje como si nosotros tuviéramos algo que esconder. Todos creían que podíamos influir de alguna manera en Amadeus. Yo no podía dejar de preguntarme qué estaba pasando, ¿por qué tanto enfado y miedo?

Así que la siguiente nota de Amadeus venía precedida de un considerable mar de fondo. Mentes bien pensantes lanzaban rumores en forma de injurias y mentiras. Todos podíamos ser Amadeus.
Es fácil imaginar los encendidos debates que había en casi cualquier lugar de mi ciudad entre acusadores y acusados. Y todos sin excepción mentían diciendo que no leerían ni un solo correo más de Amadeus mientras repasaban diariamente sus correos temiendo tanto ser los protagonistas como en algunos casos, deseando serlo.

Continuará…