foto Muntsa López |
No tenía un buen día, todo se le hacía muy cuesta arriba, de tanto en tanto sentía esa melancolía que se apoderaba de él y no le gustaba. Por eso, casi agradeció la interrupción, miró el número que salía en el dial de su móvil, era Laura su esposa.
— Hola… ¿dime qué pasa?
—Mario, ha llamado mi madre…—la vacilación lo puso en alerta—han entrado a robar en su casa…y…—con un cierto pesar añadió— solo se han llevado tu bicicleta…nada más.
Un instante de silencio cargado de preguntas no expresadas.
— ¿Mi bicicleta azul? ¿Mi bici?
— Sí. Lo siento, solo eso.
El hombre miró ausente a su alrededor sin decir nada.
—Mario…
La voz de ella lo hizo volver a la realidad y de nuevo habló el hombre
educado.
—No te preocupes, no pasa nada—intentó tranquilizarla con sus palabras mientras su expresión, esa que nadie veía, mostraba la pérdida.
— Mamá está preocupada…
Mario cerró los ojos antes de que saliera la mentira, suave y sin emoción, todo controlado.
— Dile que no pasa nada.
La voz de Laura rápida y decidida dando su versión.
—Ya le he comentado que solo es una
bicicleta, ya te comprarás otra nueva y mejor.
Las palabras de ella le dolieron, aunque sabía que era absurdo, le contestó lo
que ella quería oír.
—Eso…—Mario dudó un instante—solo
es una bicicleta. Luego hablamos Laura.
Acabó la conversación exhalando un suspiro que parecía salir del alma, sin entender el por qué estaba tan triste.
«Solo es una bicicleta», se repetía una y otra vez, aunque sabía que para él
no era solo eso. «No solo es una bici».
La mandó hacer hacía casi 20 años y lo había acompañado en todo ese tiempo. Se dio cuenta que en todas sus idas y venidas había sido casi lo único suyo, solo
suyo, que había tenido y ahora ya no estaba. No era el valor económico, que aún y a
pesar del tiempo transcurrido lo seguía teniendo, era el ancla que esa bicicleta suponía en su vida, entre sus vidas. Lo que fue,
lo que es y lo que será.
Nunca se decidía a cambiarla ni a dejarla de lado, nunca encontraba el
momento para hacerlo y lo acompañaba en cada uno de sus traslados. Ella y su
ropa fueron lo único que se llevó de su anterior matrimonio. Del piso de
alquiler al dúplex en el que ahora vivía con su pareja y también en esa última mudanza mientras esperaba de nuevo acomodarla...
A lo largo de los años, su situación económica había prosperado de forma
muy satisfactoria y a pesar de todo lo que acumulaba actualmente, la única cosa
que realmente sentía suya era esa bicicleta… Y ahora ya no estaba.
Se sentía compungido, incapaz de explicar esa perdida, ridículo y
absurdo pero tenía ganas de llorar… ¡¡¡¡Por una bicicleta!!!!
Intentó concentrarse en su trabajo, la enfermera lo avisó de que una nueva
visita ya esperaba y con eso, podía olvidar su absurdo lamento. No había tiempo para
lamer las heridas ni para caer en tontos pensamientos, el día a día no lo dejaba pensar y eso ya estaba bien, no pensar demasiado, total ¿para qué? Él vivía o eso creía hacer.
Fueron pasando las horas y la tristeza, de forma sorprendente, no desapareció. Con esa bicicleta se habían ido sus sueños, adiós a aquel joven que quería cambiar el mundo, descubrir la
cura milagrosa y dejar huella. Todo eso, se había quedado en una cuenta bancaria
abultada pero sin posibilidad de escribir grandes historias.
Con un cierto decaimiento miró a su alrededor, observó ese imperio que había construido y que en lugar de liberarlo, lo había acabado esclavizando. Casi la
totalidad del tiempo lo dedicaba a tareas que no lo llenaban lo más mínimo pero que
pagaban su estatus, cautivo de ocupaciones y de quehaceres que no dejarían estelas,
renunciando a lo que quiso ser en nombre de su bienestar y de una posición que, a pesar de no saber aún si le interesaba, a la que le resultaba difícil renunciar.
Con un gesto de su cabeza se obligó a dejar de pensar en tonterías, atrás quedó su bicicleta
azul igual que el mundo que quería cambiar. Una nueva visita lo esperaba y
mientras esbozaba una sonrisa forzada, se dijo que era en ese día a día en el que él realmente disfrutaba con su trabajo y que los sueños, sueños son.
Conxita
Conxita
A mi me robaron una bicicleta, no era azul, pero era compañera de salidas por el campo y la montaña...simplemente una pérdida material, pero una pérdida al fin y al cabo de todo lo trasmitido a ese objeto, a todo lo experimentado con él, lo sientes parte tuyo y ahora desaparece junto con esas sensaciones y momentos irrepetibles
ResponderEliminarSigo recorriendo km y subiendo y bajando pendientes, pegando saltos con una nueva y mejor, pero no es la misma bici que con la que experimenté otras sensaciones unidas a otros sueños. ¡Que pueril, pero qué cierto! Si esto lo traspolamos a las personas entonces, la pérdida es indefinible.
Que bien has expresado esos sentimientos tan difíciles de explicar.
Besos
Un beso
Francisco, como siempre agradecer tus palabras y por dedicar tiempo a leerme.
EliminarMe encanta saber tu opinión.
Son objetos, pero viven con nosotros y al final acaban formando parte de nuestra vida...si hablaran...e igual que hay personas que "pasan" por nuestra vida, otras que se "quedan" y otras a las que "no recuerdas jamás", hay "bicis" que representan nuestros sueños, los han vivido con nosotros, han visto nuestras renuncias o nuestros éxitos o nuestros fracasos...igual que las personas,
Dicho eso a mi también me encanta subir y bajar montañas en bicicleta, esa sensación de esfuerzo, de silencio, de estar en paz con uno mismo, también me la robaron y ¡¡¡sí!!! la mía era azul.
Un abrazo y feliz fin de semana largo
Los objetos, por mucho que queramos, no son solo objetos. A ellos asociamos vivencias, recuerdos, anhelos, logros, fracasos, y se convierten en recordatorios muy efectivos, en verdaderos símbolos. Yo nunca he tenido y mucho menos perdido una bicicleta, pero comprendo bien a tu protagonista, Conxita. Seguramente le hubiera dolido mucho menos que le robaran su abultada cartera.
ResponderEliminarUn relato estupendo que me ha hecho reflexionar y recordar algún objeto personal muy querido para mí también. Me ha gustado mucho!! :)
Un fuerte abrazo, que disfrutes del lunes!!
Gracias Julia por tus palabras.
ResponderEliminarLos objetos al final nos recuerdan trocitos de nuestra vida, lo que hemos vivido, lo que hemos soñado y lo que hemos sentido. Claro que son objetos, pero están ahí compartiendo con nosotros.
En este caso recuerdan al protagonista todas aquellas cosas que lo han ido acompañando y también aquellas a las que ha renunciado, por lo que sea, pero en las que ya no ha pensado más. ¿Igual es que el día a día, el poder, la comodidad, las posesiones...acaban teniendo más peso que los sueños? ¿es difícil mantener los sueños? ¿nos volvemos comodones y ya no queremos ni arriesgar ni perder? son dudas que se me plantean.
Un abrazo y feliz semana también para ti.
Todos tenemos algún objeto que nos une a lo mejor de nosotros mismos aunque a veces lo tengamos olvidado en algún rincón escondido. Me ha gustado mucho, Conxita. Un abrazo muy fuerte
ResponderEliminarGracias Ana,
EliminarEse objeto nos recuerda todo aquello que quisimos, hicimos o vivimos y también esos sueños que a veces se quedan por el camino.
A veces cuando, de repente, aparece uno de esos objetos en tu mano o desaparece como le pasa al protagonista...es como si te hiciera revivir, pensar y volver por unos instantes a aquel de nosotros que un día se fue, con sus mismos sueños y esperanzas.
El día a día no permite pensar demasiado, todo es rápido y todo nos lleva a actuar y eso hace que a veces se aparcan los sueños y la comodidad nos puede..
.
Un abrazo.
Todos tenemos algún objeto de ese tipo, por lo que resulta fácil sentirse identificado con tu relato, en el que expresas a la perfección ese sentimiento de pérdida de algo que representa aquello que nos hacía sentirnos libres, soñadores, capaces de alcanzar cualquier cima. Algo que, la mayoría de las veces, como tú dices, dejamos aparcado para subirnos al taxi de la comodidad, de la pereza, de la apatía. Aunque nos consuele saber que está ahí y que siempre tenemos la posibilidad de usarlo de nuevo… Siempre que no lo perdamos definitivamente, claro está.
ResponderEliminarPor otro lado, tengo una pequeña duda: en el texto podías haber escrito simplemente que entraron a robar en la casa y se llevaron la bici, sin embargo, dejas claro que “sólo” se llevaron la bici. ¿Esto tiene algún significado?, porque la verdad es que nos hace preguntarnos por qué únicamente se llevaron ese objeto… aunque a lo mejor es lo que pretendías, je, je
Encantado de leerte. Un saludo
Gracias Isidoro por tu comentario.
EliminarEs curioso como podemos sentirnos unidos a objetos, no por su valor económico sino por lo que nos representan. En este caso, la pérdida le recuerda todo lo que ha aparcado por el camino, todo aquello en lo que soñaba mientras subía y bajaba por las montañas disfrutando como un niño. alguien que aún tenía todo un mundo por descubrir, en el que hacer cosas grandes y dejar su huella.
Al final todo eso se olvida y parafraseando a ti, nuestro protagonista "se sube en el taxi de la comodidad", deja atrás los sueños y se dedica a gastar su tiempo en cosas que no le agradan pero que le pagan su cómoda vida.
Y sobre tu duda...quería recalcar que "solo" su bicicleta, ¿Por qué solo eso? ¿alguien tenía interés en que la perdiera? ¿en qué dejara de soñar? ¿o quería que recordara al soñador? ¿despertar sus ansias, sacarlo de su zona de confort?...muchas posibles interpretaciones que pueden dar para una continuación...o no.
Mil gracias por leerme.
Claro, no es solo la bicicleta, como bien relatas.
ResponderEliminarAdemás, la historia tiene su intriga. ¿Quién puede entrar a robar y solo llevarse una bicicleta? Seguro que era la suegra que quiere darle un toque de atención a este que se ha arrimado a su hija.
Abrazos.
Totalmente de acuerdo Ignacio, no es solo la bicicleta. Eso, casi es lo de menos a pesar de que lamente la pérdida. Simboliza esos sueños que él aparca mientras se "domestica" y hace lo que sea, aunque no le llene ni le guste, para mantener una rueda enorme que tiene que seguir girando, las obligaciones que uno crea.
EliminarY eso...bien visto..¿por qué solo la bicicleta? ¿había alguien muy interesado en que desaparezca ese objeto que tanta atención sigue despertando en él? ¿Alguien quiere que deje de soñar? ¿alguien quiere que recuerde los sueños que tenía? ¿la suegra que está harta de esa carraca de bici que le ocupa un sitio que quiere para otras cosas...? muchas incógnitas por descubrir.
Un abrazo
Los objetos son la materialización de muchos recuerdos. Y aquellos objetos que conservamos son como un ritual para la memoria nostálgica. Claro que puedes llorar por una bicicleta, por cualquier cosa, porque son pequeños guiños a nosotros mismos, complicidades entre ese objeto y quien has sido y eres.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias Ana, preciosas palabras para describir esa complicidad entre el objeto y lo que hemos querido ser, lo que hemos sido y finalmente lo que somos.
EliminarLas personas a veces, con demasiada frecuencia, no nos damos cuenta de la importancia de las cosas o peor, las otras personas hasta que desaparecen...somos así de tontos...
Los objetos, más o menos los podemos reponer, ¿a las personas? muchas veces no ¿los sueños? tampoco. Todo aquello que dejas por el camino porque no tienes tiempo, porque estás muy ocupado en el día a día, pensando en que mañana lo harás...se queda en el camino y con frecuencia...no vuelven las oportunidades. Eso es lo que la bicicleta parece querer recordar, pero él instalado en la comodidad, le da la espalda.
Muchas gracias por leerme.
Un abrazo.
He leído una frase atribuida a William Shakespeare que creo que encaja perfectamente con el trasfondo de la historia de la bicicleta azul o el abandono de los sueños.
ResponderEliminar"En nuestros locos intentos, renunciamos a lo que somos por lo que esperamos ser”.
A mi me ha traído a la cabeza todos "los debes"," los deberías", "la importancia del qué dirán", "de lo que toca hacer", "de lo que es correcto"...aunque mientras se hacen, se sepa que se quieran otras cosas y sí como decía el genial escritor, renunciamos a sueños, a posibilidades de ser felices, a disfrutar...para convertirnos en lo que todos esperan de nosotros, un ser que hace lo que tiene que hacer y que al final convertimos en propio. Triste, ¿no?
Disfrutar del día día,no anclarse en el pasado, no hacer que algo material se personifique haciéndonos sentir,....pero a veces no elegimos qué sentir o qué soñar, o qué recordar. A veces las cosas nacen y se crean dentro nuestro. Disfrutemos del día presente y soñemos con un futuro ideal. A veces los sueños se cumplen! Me ha encantado Conxita! Besos!
ResponderEliminarGracias Hada Rac Mar por tu visita, me alegra que te haya gustado. Un placer, tus palabras.
EliminarEs cierto que a veces no podemos elegir, las cosas vienen como vienen pero si podemos escoger el cómo nos hacen sentir,cómo nos afectan y puestos a elegir mejor ser positivos.Que nadie nos amargue ni nos robe los sueños.
Hace tiempo leí la teoría del abejorro, que cuenta que según teorías de la aerodinámica, este animal por su tamaño, peso y su propia constitución era imposible que pudiera volar, pero el abejorro no lo sabe y contradice todas las leyes...y vuela cada día.
Seamos abejorros y nada de ponerse limitaciones, todo es posible y es cuestión de empezar.
Un saludo
Está claro que cuánto más apego tenemos a las cosas, por insignificantes que sean, más nos duele separarnos de ellas. Dentro de ese dolor si es uno mismo quien las pierde, se culpa por ello y la rabia se mezcla con el sentimiento de pérdida; pero si a uno le roban, como es el caso, es como si le arrancaran un pedacito de ese sueño que va ligado al objeto, por eso la sensación de pérdida es más fuerte .
ResponderEliminarYa lo dijo Einstein: "Si quieres vivir una vida feliz, átala a una meta, no a una persona o a un objeto".
El relato me ha parecido extraordinario Conxita, has transmitido muy bien esa desazón que se siente.
¡Un beso!
Muchas gracias Chelo. El apego a las cosas es un error,seguramente igual que el apego a las personas. Se ha de amar en libertad porque si no siempre acaba doliendo.
EliminarQuería expresar ese "recordar" de las cosas, esas cosas que nos acompañan y acaban construyendo trocitos de nuestra vida y que de alguna manera, como un pepito grillo, nos recuerdan aquel que queríamos ser, a aquel que fuimos y a todo lo que hemos dejado en el camino, y lo peor...todo lo que seguimos dejando en aras de no se sabe qué.
Gracias por tu amable comentario y por leerlo.
Un abrazo
.
El caso es que entraron a robar en casa de mi suegra y los ladrones sólo se llevaron una bicicleta mía (roja) que tenía 20 años...
ResponderEliminarBien llevada la relación entre el objeto y el valor real que representa para nosotros, y el final simboliza cómo alcanzamos la madurez al dejar de dar tanta importancia a los recuerdos y constatar que lo importante está por venir.
¿En serio?vaya casualidad...espero que no hayas renunciado a tus sueños y sigas creyendo en ellos.
EliminarDe hecho como bien dices, siempre hemos de soñar porque lo mejor aún está por llegar.
Para mí es importante que sepamos valorar las oportunidades que nos ofrece la vida, aprovecharlas y no dejarlas pasar porque... estamos demasiado ocupados, porque tenemos muchas obligaciones, porque muchos dependen de nosotros o nos pensamos que dependen de nosotros o porque nos parece que lo único importante es ganar mucho dinero...la vida también es otras cosas y seguramente esas a las que no atendemos porque no tenemos tiempo son las que nos pesan cuando no están.
Gracias por leerlo y por comentar.
Un beso muy fuerte
Vivencias, recuerdos... :D Buen relato!
ResponderEliminarMuchas gracias Rachel por tu visita.
EliminarMe alegra que te haya gustado.
Las vivencias, los recuerdos, los sueños...son la base de lo que estamos hechos. Hagamos aquello que nos haga felices.
Que tengas un buen día.
Saludos
Algunas propiedades que conservamos de mudanza en mudanza son como un recuerdo de lo que fuimos, de una época. Y cada vez que las vemos en un rincón de la casa nos recoloca en el punto de partida.
ResponderEliminarNo, no es solo una bicicleta.
Cuando mas se aleja de ti lo que deseas, mas grande se hace. La bicicleta recordaba que el exito laboral y económico es solo una parte de lo que se soñó.
Gracias Guille por tu visita y tu comentario.
EliminarNo solo es una bicicleta, no solo son objetos. Tienes toda la razón, la bicicleta es mucho más que eso, son aquellos sueños que se aparcan por el camino y que poco tienen a ver con lo económico ,
Me ha parecido entrañable imaginar a esos objetos que se van trasladando en cada mudanza y que cuando los ves, te conducen directo a una época donde todo parecía fácil (o difícil) pero estaba por hacer.
Si te apetece, me encantará que te sigas pasando por este rinconcito de sueños y a dejarme sabe qué te parecen mis historias. Gracias por leerme.
Un saludo
Hay algunos objetos que nos recuerdan a una epoca de nuestra vida, me ha gustado leer tu entrada,has echo un bonito relato, yo tambien tengo un blog por si te puedes pasar, ya te sigo así que ya nos leemos;))
ResponderEliminarhttp://estoyentrepaginas.blogspot.com.es
Muchas gracias Cristina por tus amables palabras. Me alegra que te haya gustado.
ResponderEliminarMe pasaré para leerte.
Un saludo
Hay cosas que por muy banales que parezcan están cargadas de simbolismo. Simbolismo que le otorgamos nosotros, porque nos recuerda una época de nuestra vida, la persona que fuimos entonces y la pequeña parte de esa persona que aún habita en nosostros. No siempre salimos airosos del reto de enfrentar esas dos versiones de nosotros mismos. Probablemente aún veamos algo de nosotros en el recuerdo de ese objeto pero puede ser también que nuestra versión pasada apenas ya nos reconozca.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias por pasarte y bienvenido.
EliminarAl final como bien dices es el simbolismo y el apego que le demos a esa cosa por lo que nos recuerda, por las imágenes que trae a nuestra mente, por enfrentarnos a veces a nuestros sueños y ver en qué los hemos convertido.
Otras porque simplemente cuando los vemos no somos capaces de reconocernos en aquellos sueños, en aquellos sentimientos ni tan solo en aquellos momentos que vivimos.Y muy probablemente si los objetos hablaran serían los que menos nos reconocerían.
Un saludo.