Primero fueron las pequeñas grietas, la alertaron que era necesario prestar
más atención.
El tiempo todo lo desgasta. Era imprescindible estar más pendiente,
cuidar y mimar. Fueron indicios que la pusieron en alerta, algo pasaba. Era animosa y se dispuso a seguir.
“Seguro que no será nada”. Calma
chicha como decían los
marineros.
Poco después, ya identificaba temblores. Primero difíciles de admitir,
después sin ninguna duda. La estructura se tambaleaba, de forma muy clara. Imposible
negar las evidencias. Aún confiaba en que sus cimientos fueran sólidos y
pudieran aguantar aquel vendaval que se acercaba, se dijo que estaban
construidos con generosidad y amor.
“Seguro que aguantan”.
Ya era plenamente consciente de que se avecinaba algo muy serio. En todos
aquellos años no había habido nada igual, las señales eran incuestionables, la
asustaban. A pesar de obstinarse en negar, todo estaba muy desgastado por el
uso y por el descuido. Los roces, ahora se convertían en heridas. Todo rebotaba
una y otra vez sin control. Subía de intensidad.
Dolía. Callaba.
Era difícil obviar tantas señales. Disimulaba, aunque lo peor era el
silencio. Nada ni nadie hacía ningún ruido. Se había instalado un silencio
opresivo que todo lo engullía. Se dio cuenta que hasta ella misma parecía
caminar de puntillas, como si el bullicio
fuera a ser el culpable de precipitarlo todo. Movimientos cautelosos y lentos.
Era escalofriante, el miedo ya se le había instalado en el cuerpo.
Sentía angustia y mucha tristeza.
Ya no podía poner más contrafuertes en
las ventanas ni apuntalar más vigas ni reparar más hendiduras. Se desconchaban
las paredes y todo había adquirido un aire decrépito y decadente.
“Y venía y todo se acercaba”.
Creía que luchaba sola y ya no podía. Se percataba que se rendía y volvía a insistir en reparar, cuidar y mimar. No quería dejar de luchar, no podía.
“Una mujer ha de luchar para
salvar lo suyo” y ella no
iba a ser la que se dejara vencer. Se lo repetía de manera incansable, aunque su
determinación se iba apagando. Aún y así, seguía resistiendo a pesar del cansancio
y del desfallecimiento que sentía instalado en su cuerpo. Los temblores ya la
hacían caer y cuando se levantaba, a duras penas, conseguía aferrarse a ninguna
parte.
La última sacudida fue excesiva, ¡la estructura no resistía! Con un quejido,
se diría que mortal, se rompía. Ella miró
a su alrededor anticipando el desastre. Se había cansado de luchar, ya no quería
salvar nada.
Sola.
Miró al hombre silencioso que la acompañaba y lentamente dejó que salieran
de su boca las palabras que anticipaban el fin de su mundo:
"Me voy. Esto nuestro
ya no funciona."
Y así, sin mirar atrás, salió por la puerta mientras escuchaba a sus
espaldas el estrépito de su matrimonio roto. Dejaba a sus espaldas, años de
remordimientos viviendo una vida que no la colmaba. Decía adiós a una relación
que ya no le aportaba, por la que había luchado porque le habían enseñado que había que luchar, pero había descubierto que ahora, quizá esa
relación ya no era lo suyo.
Los ruidos, las fisuras, los desconchones…tocaban dejar atrás ese mundo.
Había luchado. Lo había intentado, pero ya nada le aportaba seguir cubriendo
con capas las profundas heridas. Era tiempo de aceptar que el fin de ese mundo
había llegado. El fin de un mundo, el principio de otro.
La mujer sonrió aliviada, mientras a sus espaldas aún seguía oyendo el
estruendo y se dispuso a construir un nuevo mundo…
Conxita
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Foto by Unsplash
Este metafórico relato se merece un gran aplauso. Un saludo.
ResponderEliminarMuchísimas gracias Ricardo por tu tiempo y por tu amable comentario.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado.
Un saludo y espero seguir recibiendo tus comentarios
Preciosa metáfora, Conxita, y muy interesante la comparación. Me ha gustado mucho tu forma de transmitir esa angustia vital, como si realmente el fín del mundo estuviera próximo, y ese sentimiento de luchar contra todo pronóstico de salvación. "Es lo que le habían enseñado, que había que luchar"... ciertamente que la educación recibida nos condiciona a lo largo de toda la vida.
ResponderEliminarMe parece un relato estupendo, con un final optimista y esperanzador, espero que tengas mucha suerte en el concurso :)
Un abrazo y feliz tarde de comingo!!
Gracias Julia por tus amables palabras. Realmente para la protagonista del relato es el fin del mundo, tan o más doloroso que si realmente el final de la humanidad estuviera cerca. Es el final de la vida que ha llevado y que le han enseñado. Vivir y luchar con las contradicciones, los debes y deberías, en lugar de dejarse llevar por lo que quiere y siente, que es lo que hace al final.
ResponderEliminarSabes, la suerte es poder recibir los comentarios de compañeros como tu, con mucha más experiencia, que comentan y animan a seguir escribiendo. En el caso del concurso, suerte también para ti.
Nos seguimos leyendo. Feliz domingo!
Un relato muy metafórico, pero real. La perspectiva varía dependiendo de quien lo cuente. Ella renace. De él no se sabrá.... Me gusta, un saludo!!
ResponderEliminarMuchísimas gracias Sonia.
EliminarEstoy totalmente de acuerdo contigo, cada historia es vivida por cada persona de forma distinta, seguramente este mismo relato explicado por él sería muy distinta. Me ha parecido una idea fantástica a explorar!!!
Saludos cordiales y feliz semana
El amor acaba al igual que todo en la vida...Pero el dolor continua a pesar de construir algo nuevo. Atrás queda el derrumbe y las ruinas de lo que no se puede salvar, pero tú te llevas las heridas, las llagas y las lágrimas.
ResponderEliminarPensé en un principio que tu relato tenía que ver con la decrepitud del ser humano, de la vida que se va apagando a base de achaques,reumas, artritis, dolor de huesos, pero veo que tu capacidad relatadora va más allá de todas las expectativas.
eso te hace ser una buena escritora,. Y te diré más: das al relato los justos ingredientes para hacerlo interesante y la longitud justa para no hacerlo tedioso ni cargante.
¡Me gusta!
Un abrazo.
Francisco tus palabras me halagan.
EliminarMuchísimas gracias por lo que me dices, de verdad me ha emocionado. Creo que si se puede enrojecer "virtualmente" lo he hecho leyendo tu comentario!!!
Me considero alguien que está aprendiendo y a la que ayudan mucho los comentarios de las personas que dedicáis un poquito de vuestro tiempo a leerme.Disfruto escribiendo, contando historias y espero ser capaz de transmitirlo. Me encanta, me hace feliz.
El amor y el dolor se entremezclan con mucha frecuencia. Cuando una relación se rompe, algo que se ha querido se deja atrás y siempre hay un punto de dolor que no te abandona, que siempre llevas contigo a pesar de todo lo bueno que esté por llegar. Eso es fruto de ¿la educación recibida? ¿de la esencia del ser humano? ¿el duelo que debemos hacer por cada relación que termina? ¿nos enseña a no repetir los mismos patrones? Habría muchas historias por explicar, yo aplico la máxima de "no hay error, hay aprendizaje".
Un abrazo y feliz semana.
Quitando telarañas. Muy buena metáfora. El desmoronamiento moral de algo así, muy bueno. Un abrazo Conxita :)
ResponderEliminarMuchas gracias Ana, me alegra que te haya gustado. Quería reflejar lo que con tus palabras dices, el desmoronamiento moral, cuando algo ya no se aguanta y se van poniendo pedazos, si darse cuenta de que es imposible reparar. Al final, ella se da cuenta de que no queda nada por salvar y que toca empezar un nuevo mundo.
ResponderEliminarHasta en los peores momentos, hay esperanza y se sale.
Saludos,
¡¡Precioso, profundo, muy aleccionador!!
ResponderEliminar¡Genial!
Me ha encantado.
Muchas gracias Lucia por tus amables palabras y por tu tiempo.
ResponderEliminarEs tan bonito recibir vuestras opiniones y saber que os ha gustado, muchas gracias por compartirlo conmigo.
Un saludo y feliz fin de semana
Sorprendente, la comparación entre un edificio que se hace añicos y una relación personal que se viene abajo. Un final lleno de esperanza, y una actitud muy acertada, hay que luchar, pero también por uno mismo , hay que saber decir basta.
ResponderEliminarUn relato muy bonito
Muchas gracias Yolanda por tus comentarios.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado.
En el relato quería reflejar que aunque hay mucha tristeza porque algo que se ha querido se acaba y en los peores momentos, cuando parece que es el fin siempre hay un lugar para la esperanza.
"Y justo cuando la oruga pensó que era su final, se convirtió en mariposa".
Eso quería reflejar en la historia y que las personas tenemos lo mejor y lo peor en nuestras manos, podemos decir basta, que queremos cambiar y mirar con esperanza.
Que tengas una feliz semana!
Muy bien llevada la metáfora porque, realmente, cuando se acaba el amor, especialmente si lo has cuidado con mimo, es como si se te cayesen las torres gemelas encima.
ResponderEliminarSin embargo no me parece que para la protagonista sea el fin del mundo, ni que se le caiga encima un sólo cascote.
No se detalla en el relato todo lo que ella ha hecho para que aquel edificio no se viniera abajo.
Por supuesto que el planteamiento correcto en estos casos es "construir un nuevo mundo" pero, cuando has luchado por salvar TU edificio, ese mismo que acaba de caerte encima, no sonríes aliviado, sino que buscas entre las ruinas por ver si aún hay algo aprovechable que sirva para reconstruirlo y, cuando seas capaz de reconocer que no puedes construir sobre cascotes, entonces sí podrás construir el nuevo........sin dejar nunca de preguntarte porqué cojones se vino abajo el primero, cada vez que pases junto a las ruinas.
Gracias por leerlo José María. Sabes que me encantan tus comentarios.
ResponderEliminarNo sabemos si la protagonista ha hecho algo o no ha hecho nada para salvar lo que se le viene encima. Simplemente ella cree que es tiempo de seguir adelante. Y sí, parece aliviada.
Podríamos entender que sí ha hecho o podríamos entender qué no ha hecho nada. En cada uno está construir la historia, probablemente si el relato nos lo contara el otro protagonista, sería muy distinto.
Cada uno de nosotros interpretamos la realidad como la vemos nosotros, sin darnos cuenta de que no hay una única realidad, que la "realidad" cambia en función de quién la explica y la vive. Y al final, resulta que la vida está compuesta por muchas realidades, por muchas renuncias y por muchos pasos al frente o por seguir buscando entre las ruinas. Lo importante es tener opciones y poder decidir.
Que tengas una feliz semana. Hasta pronto!
Un abrazo