31 de diciembre de 2024

En su memoria

Hoy es el último día de este 2024... Un año que empezó bien y acabó rompiéndome el corazón.

Hace tiempo, mucho, que no escribo ni estoy en la blogosfera aunque con bastante  frecuencia me digo "mañana me pongo" pero al final pueden más mis ganas de estar en la montaña que no con el portátil.

Este 2024, concretamente en noviembre, se han cumplido 10 años desde que inicié la aventura de escribir en mi blog y quiero dedicar esta entrada a mi querida madre, para mí la mejor del mundo.

MI MADRE.

Ella fue la responsable de mi amor por la lectura y por la escritura. Aún recuerdo, con una sonrisa, aquellas noches en las que ella nos leía a mis hermanas y a mí, cada noche un cuento distinto. Después cuando aprendí a leer siguió alimentando mi pasión por los libros, dejándome escoger mis lecturas en aquel Círculo de Lectores y avivando mi pasión por la escritura con una olivetti que me regalaron esos mágicos reyes. 
¡Qué lejos queda todo y qué entrañable me parece...! Y cómo me gustaría creer de nuevo en la magia de los niños y pensar en que todo fuera posible.
Ella me descubrió que con las letras es posible viajar, imaginar, descubrir, enredar hasta contar mil historias.

A ella le debo la vida y ser quién soy aunque como leí en algún lado, los errores son solo míos. Ella simplemente era maravillosa. Sus valores, su generosidad, su amor desinteresado. Ella era feliz si los suyos estaban bien, con esa generosidad que tienen las madres.

Curiosa, nunca perdió sus ganas de aprender y descubrir. Viajera incansable hasta que la salud de mi padre recomendó quedarse mucho más cerca. Nunca se quejó. Dulce, cariñosa, discreta, elegante, siempre una señora. 

Le encantaba fotografiar a la luna y nos enviaba siempre fotos y la luna jugaba con ella, dejándose querer pero sin mostrar su esplendor en las fotos que nos enviaba.

Se adentró sin vacilar en las nuevas tecnologías y en todo lo bueno que podían aportarle: internet, whatsapp, facebook, instagram... hasta probó con un blog de cocina aunque no pasó de la primera prueba. Le gustaba saber, le gustaba estar actualizada aunque este mundo cada vez era menos amable y reconocible.

Apasionada del tenis, deporte que practicó toda su vida y que la pandemia terminó, esa maldita pandemia que se llevó a muchos y que robó años de su vida. Le encantaba jugar y ver los torneos del Gran Slam. ¡Todos! no se perdía ni uno y cuando se jugaba el Godó en nuestra ciudad también iba, siempre en miércoles porque era el día que decía que veía a todos los jugadores, desde primera hora hasta que se acababan todos los partidos de la jornada. Le encantaba y las redes sociales le permitían interactuar con su Rafa Nadal. No vio su retirada.

Pero si había algo que para mi madre era importante, era su familia. Su amor infinito por mi padre con el que este año habían celebrado los 60 años de casados, sus hijas, sus yernos y sus nietos. Ella siempre estaba dispuesta a escuchar, animar, no se le pasaba ni un santo ni un cumpleaños de ninguno de nosotros. 
Ella era AMOR en mayúsculas y sin ningún, pero. Era feliz si los suyos éramos felices, vivía para los suyos y ahora los suyos tenemos que aprender a vivir sin ella y, ¡cómo cuesta y duele!

He sido afortunada por tenerla en mi vida esos 82 años, pero aún había tanto por hacer... No podrá ser. Estoy intentando aprender a tenerla de otra manera aunque me cuesta saber que nunca más podré escuchar su voz, abrazarla, charlar con ella...

Se fue con la elegancia y la discreción que la caracterizaban. Me despedí de ella con un beso un viernes y un hasta mañana y ya no volví a verla con vida. Estoy segura que es la muerte que ella hubiera querido, casi sin darse cuenta. El único consuelo es pensar que ella no sufrió.

Ella sabía cuánto la quería, de la misma manera que yo sabía cuánto me quería, le gustaba decirlo y escribirlo y justo unos días antes yo estaba de viaje por trabajo y me lo escribió en un whatsapp, escasamente una semana antes de morir. 

Quería que ella estuviera para siempre también en este blog, este blog que contaba historias que ella también leía.

Desde este rincón de letras: t'estimo mama. Sé que allà on estiguis seguiràs vetllant per la nostra felicitat, que ens cuidaràs com vas fer aquí a la terra. Seguim fent allò que ens vas ensenyar, a estimar-nos, a cuidar-nos, sent una pinya i sempre units. 
T'estimo mamita, per sempre en el meu cor.



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