René
la miró, intensamente como le gustaba mirarla, le habló como solía hacer, con aquellos
susurros pequeñitos que acariciaban sin tocar y le explicó su día, eso que antes
le gustaba hacer y que hacía mucho que no lo practicaba, a veces por la falta
de a quién contar y otras por el olvido sobre qué contar.